Rebelión del alma… y 2

por | Feb 6, 2020 | Blog | 2 Comentarios

Imagen de Gerd Altmann

Tras un tiempo sin noticias recibo una misiva de mi alma, que desde que se declaró en rebeldía vaga por el mundo insubordinada, empeñada en privarme de su compañía.  Decidió levantar el ancla de mi amparo acusándome de desidia, y desde entonces vuela libre e imprudente, bailando la danza del vientre por el país de la melancolía.

No contenta con abandonarme a mi suerte, ha declarado su infidelidad al invierno, de quien siempre envidió ese hálito gélido capaz de detener el tiempo y mostrarnos la vida suspendida.  Ahora critica su pausa prolongada, su luz disipada y una mano impasible que adormece los espíritus en un profundo letargo donde ella queda cautiva.

Se ha desenfundado del cuerpo y mira con ojos insumisos la puesta de sol, buscando respuestas a las preguntas que la tienen confundida. Ya no sabe si es partitura o canción, horizonte o cielo, entrega o vocación, conocimiento o sabiduría.

Antes venías a mí –me dice- buscando una paz blanca que apaciguara en la noche los requiebros del día, una voz imparcial que desarmara a tiempo las mentiras que te decías; el impulso necesario para no perder tu identidad y mantenerte íntegra; la inspiración suficiente para perseguir tus sueños sin caer en la deriva.

Últimamente –acaba- cabalgabas a tal velocidad a lomos de la inercia, con tantos compromisos y contingencias, que pasaba inadvertida mi existencia, y cuando acudías a mí no había encuentro, ni comunión, ni correspondencia, tan solo el monólogo de alguien desconsiderado que únicamente reclamaba sumisión y obediencia.

Soy consciente de mi error, lo fui en el mismo momento de tu huida, cuando un vacío insondable colonizó los dominios del ama mía. Si fuera febrero hace su brindis al sol, y escarcha la piel a sangre fría, por dentro soy una estatua de mármol que esconde entre sus grietas el dolor sólido de esta pesadilla.

Se oye una conmoción ligera, una canción de verano llenando un hogar con carteles de bienvenida. El mar inicia un abrazo manso y conquista, despacio, todas mis orillas; borra la senda por la que caminaron mis lágrimas, se disipa la niebla y despierta mi voz dormida. Mi alma me saluda con un beso, me reconcilio conmigo misma y con la vida.

Haz click aquí para ir al capítulo uno de «Rebelión del Alma 1»

“La filosofía es un silencioso diálogo del alma consigo misma en torno al ser»

Platón


Imagen de Gerd Altmann

Tras un tiempo sin noticias recibo una misiva de mi alma, que desde que se declaró en rebeldía vaga por el mundo insubordinada, empeñada en privarme de su compañía.  Decidió levantar el ancla de mi amparo acusándome de desidia, y desde entonces vuela libre e imprudente, bailando la danza del vientre por el país de la melancolía.

No contenta con abandonarme a mi suerte, ha declarado su infidelidad al invierno, de quien siempre envidió ese hálito gélido capaz de detener el tiempo y mostrarnos la vida suspendida.  Ahora critica su pausa prolongada, su luz disipada y una mano impasible que adormece los espíritus en un profundo letargo donde ella queda cautiva.

Se ha desenfundado del cuerpo y mira con ojos insumisos la puesta de sol, buscando respuestas a las preguntas que la tienen confundida. Ya no sabe si es partitura o canción, horizonte o cielo, entrega o vocación, conocimiento o sabiduría.

Antes venías a mí –me dice- buscando una paz blanca que apaciguara en la noche los requiebros del día, una voz imparcial que desarmara a tiempo las mentiras que te decías; el impulso necesario para no perder tu identidad y mantenerte íntegra; la inspiración suficiente para perseguir tus sueños sin caer en la deriva.

Últimamente –acaba- cabalgabas a tal velocidad a lomos de la inercia, con tantos compromisos y contingencias, que pasaba inadvertida mi existencia, y cuando acudías a mí no había encuentro, ni comunión, ni correspondencia, tan solo el monólogo de alguien desconsiderado que únicamente reclamaba sumisión y obediencia.

Soy consciente de mi error, lo fui en el mismo momento de tu huida, cuando un vacío insondable colonizó los dominios del ama mía. Si fuera febrero hace su brindis al sol, y escarcha la piel a sangre fría, por dentro soy una estatua de mármol que esconde entre sus grietas el dolor sólido de esta pesadilla.

Se oye una conmoción ligera, una canción de verano llenando un hogar con carteles de bienvenida. El mar inicia un abrazo manso y conquista, despacio, todas mis orillas; borra la senda por la que caminaron mis lágrimas, se disipa la niebla y despierta mi voz dormida. Mi alma me saluda con un beso, me reconcilio conmigo misma y con la vida.

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Matilde Bello

Matilde Bello

Periodista y escritora

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