Relatos de Ficción
Cuentos, narraciones, relatos breves, canciones, historias y demás universos dictados por la inspiración
Novedad
Complejo de gigante
Pase usted, señor febrero, a la sala de estar. Disculpe que no esté encendido el fuego, pero resulta que doña temperatura anda muy fogosa últimamente, y se empeña en primaverar este invierno de cerezos aturdidos que florean su estupor como violetas fumigando un...
Las calles que no tienen nombre
La conquista de las calles que no tienen nombre es la forma que tienen los hermanos Arnaiz, viejos roqueros siempre jóvenes, de rebelarse contra el paso del tiempo.
Sobremesa
Foto Cottonbro Studio Pexels Me pican los huevos que jode, pero cualquiera mueve las manos de la mesa. Mi madre, desde el flanco derecho, está esperando una oportunidad para sermonearme: “¿Y tus modales, hijo?”. ¡Qué bien hiciste en morir, papá! A la izquierda, mi...
Tramposa nostalgia
En un charco de silencio ha quedado atrapada la nostalgia y desde esa edad húmeda y eterna reclama su irrebatible feudo.
Flor de cardo
Imagen de Zahaoha en Pixabay–Yvaina lo buscó más allá del odio que mostraban sus ojos… Apoyada en la pared de la cama, Esther observó a su hija Sara sentada frente a ella con el rostro anidado en las cuencas de sus manos y las piernas en cruz. Sonrió. Recolocó el...
Estrés
—¡No me mires así! Son solo ojeras. —Como las de un mapache —ensalza mi yo más irreverente—. ¿La has encontrado? —¿El qué? —La pulga que te ha dado la noche toledana —se burla. —No te tragarás un sapo que te vomite en las tripas… ¡Qué tortura! Descorro las cortinas....
Permiso para soñar
Déjame acunar en tu frente estos ojos perdidos y llévame lejos de mí mismo, como si fuéramos errantes en un paraíso de precipicios y en tus brazos conquistara el permiso para soñar.
Las ataduras del tiempo
Víctor despertó una mañana más con la sensación de tener el tiempo enroscado en las entrañas. Los días se pisoteaban unos a otros arrojando, en su letanía de horas, unas ataduras invisibles.
Espionaje fragante
Llevaba diez minutos de obnubilado espionaje. Entregado al deleite que le procuraban esas manos de finos dedos y diestra paciencia y ese rostro de perfil aniñado que en la concentración adquiría una belleza privilegiada, ajena a todo prosaísmo, Félix sintió en sus ingles un delator pellizco de su limerencia.
¡Justo a tiempo!
¿Eres de los que pierden los nervios por las prisas, por el tiempo, porque alguien te saca de quicio? ¿Hasta dónde crees que llegarías si en un momento dado pierdes el control?