Sobremesa
Foto Cottonbro Studio Pexels
Me pican los huevos que jode, pero cualquiera mueve las manos de la mesa. Mi madre, desde el flanco derecho, está esperando una oportunidad para sermonearme: “¿Y tus modales, hijo?”.
¡Qué bien hiciste en morir, papá!
A la izquierda, mi siempre correcta y reverenda hermana juzgaría mi desahogo de reojo. Muda, por supuesto. Su licenciatura en Estudios canadienses no le permiten la frivolidad de una discusión por prurito genital, por muy urticante que sea. Cogería su copa de vino y lanzaría un carraspeo reprobatorio antes de pegar un largo sorbo y tragar el asco que le provoco. Pues chica, me he afeitado los huevos por si surgía un polvo anoche, pero ya ves. No he mojado y me arden los testículos.
Y luego tenemos al imbécil de mi cuñado enfrente, ungido de una sabiduría superior que los demás, memos soñadores, no apreciamos. Sospecho, incluso, que está libre de estos escozores mundanos que a los demás nos torturan. “Te he pillado” insinuaría con una sonrisa de superioridad sobre sus dientes extrablancos. Luego estiraría su cabeza de médico perdonavidas y arrugaría el entrecejo ante la obscenidad de este pobre profesor de instituto.
¡Capullo!
Menos mal que estamos en los cafés.
Me revuelvo en la silla desesperado, tamborileando los dedos sobre la taza por la picazón frenética de mi escroto.
Entonces sucede lo imposible.
Mi cuñado desliza la mano bajo la mesa y dedica a su entrepierna un frota frota tan ostensible que me deja el campo abierto.
¡Joder, qué alivio!
***********************************
La plataforma El Tintero de Oro nos propone jugar con las emociones. Por cierto, te dejo enlace al artículo introductorio porque ofrece información muy interesante sobre el sistema de clasificación de Robert Plutchik que establece ocho emociones básicas.
En el relato debíamos mostrar en 250 palabras la evolución de un personaje partiendo de una de estas emociones primarias. He escogido el tedio como punto de partida de todos los personajes, para caminar luego, de mano del protagonista, hacia su opuesto, el odio, pasando por la aversión, la insatisfacción y el desprecio.
También, tras hacer los deberes de David, he sumado Sorpresa + Aversión para llegar a la Incredulidad como final del relato. Si bien creo que el personaje deja entrever otras emociones que nada tienen que ver con sus sentimientos con respecto a sus parientes.
Foto Cottonbro Studio Pexels
Me pican los huevos que jode, pero cualquiera mueve las manos de la mesa. Mi madre, desde el flanco derecho, está esperando una oportunidad para sermonearme: “¿Y tus modales, hijo?”.
¡Qué bien hiciste en morir, papá!
A la izquierda, mi siempre correcta y reverenda hermana juzgaría mi desahogo de reojo. Muda, por supuesto. Su licenciatura en Estudios canadienses no le permiten la frivolidad de una discusión por prurito genital, por muy urticante que sea. Cogería su copa de vino y lanzaría un carraspeo reprobatorio antes de pegar un largo sorbo y tragar el asco que le provoco. Pues chica, me he afeitado los huevos por si surgía un polvo anoche, pero ya ves. No he mojado y me arden los testículos.
Y luego tenemos al imbécil de mi cuñado enfrente, ungido de una sabiduría superior que los demás, memos soñadores, no apreciamos. Sospecho, incluso, que está libre de estos escozores mundanos que a los demás nos torturan. “Te he pillado” insinuaría con una sonrisa de superioridad sobre sus dientes extrablancos. Luego estiraría su cabeza de médico perdonavidas y arrugaría el entrecejo ante la obscenidad de este pobre profesor de instituto.
¡Capullo!
Menos mal que estamos en los cafés.
Me revuelvo en la silla desesperado, tamborileando los dedos sobre la taza por la picazón frenética de mi escroto.
Entonces sucede lo imposible.
Mi cuñado desliza la mano bajo la mesa y dedica a su entrepierna un frota frota tan ostensible que me deja el campo abierto.
¡Joder, qué alivio!
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La plataforma El Tintero de Oro nos propone jugar con las emociones. Por cierto, te dejo enlace al artículo introductorio porque ofrece información muy interesante sobre el sistema de clasificación de Robert Plutchik que establece ocho emociones básicas.
En el relato debíamos mostrar en 250 palabras la evolución de un personaje partiendo de una de estas emociones primarias. He escogido el tedio como punto de partida de todos los personajes, para caminar luego, de mano del protagonista, hacia su opuesto, el odio, pasando por la aversión, la insatisfacción y el desprecio.
También, tras hacer los deberes de David, he sumado Sorpresa + Aversión para llegar a la Incredulidad como final del relato. Si bien creo que el personaje deja entrever otras emociones que nada tienen que ver con sus sentimientos con respecto a sus parientes.
En este relato no se salva nadie, así lo digo. Muchos estudios en la familia, mucho profesor de instituto el protagonista, pero vaya plasta de gente.
Muy bien escrito porque todo el mundo me ha dado una oereza increíble.
Al protagonista: «Si te has afeitado los huevos pa ná, pues te aguantas».
😂
Ja, ja…
Así es. Retrato de pelmazos en toda regla…
De esta soberbia narración se puede extraer una moraleja y es que, si te pican los genitales en una tesitura familiar, seas hombre o mujer, tiras de atrevimiento como el cuñado.:)
O tiras de atrevimiento o mueres de contención por idiota…
Gracias por pasarte, compañero…
Hola, Matilde, una sobremesa que es todo un tedio, ja, ja, el pobre hombre terminará suicidándose con tanto fastidio por su propia familia…
No se, pero me vino a la mente el príncipe Harry y todas sus situaciones fuera de lugar en la realeza, que disgustaron tanto a la reina, que de inmortal, pasó a ser mortal…, ahí lo dejo.
Un micro jocoso e inquietante, ja, ja. Tremenda familia, has mostrado muy bien su sentir…
Felices días.
Hola, Idalia
Supongo que hasta el príncipe Harry ha de aliviar su escroto en alguna ocasión, es una de esas esclavitudes corporales que a todos nos pone en el mismo nivel (de vulgaridad, dirían algunos), ya sea por escozor u otras escatológicas necesidades en las que las diferencias sociales quedan barridas por un pedo o cualquier otro estertor o liberación de fluidos, aunque estos se hagan a solas y en la más lujosa privacidad. (je, je… disculpa el sarcasmo)
Gracias por tu comentario y tu sentido del humnor
Ja,ja! Perfecta descripción de absurdos límites familiares, y su mejor liberación. No hay como tener un cuñado considerado importante que sabe rascarse los huevos impunemente, para liberar a un desesperado profesor de instituto de todos , todos sus pruritos: los del escroto y los otros. Contado con humor y buena prosa. Un abrazo
Muchas gracias, Juana
El absurdo me pareció una buena manera de narrar el tedio. De otro modo, corría el riesgo de crear un texto más tedioso que sus protagonistas, así que decidí echarle un poco de pimienta para no resultar soporífera…
Gracias por pasarte, compañera.
No tiene desperdicio tu micro. Felicidades.
Muchas gracias.
Espero que lo hayas disfrutado.
Un abrazo
El único que se ha librado de esta situación ha sido el padre, que murió a tiempo 😉
Abrazo.
Creo que murió de aburrimiento…
Genial, Matilde. Qué buen micro y qué bien plasmadas las emociones del protagonista. Muy acertado también el tono descarnado y sin concesiones de la narración. Me ha gustado muchísimo. Y la sorpresa final muy divertida, jeje.
Gracias, Marta
Sí, el final sentí que era necesario después de tanto formalismo y tanta contención. Nos hubiéramos quedado todos con cierto escozor de no compartir su alivio ¿no?
Me alegra que hayas disfrutado el texto.
Un abrazo
¡Hola, Matilde! Un genial micro titulado Sobremesa, aunque lo importante parece pasar «bajomesa». Una escena en la que el escozor genital es el vehículo divertido del que te sirves para mostrarnos la realidad de las relaciones familiares, la rivalidad de hermanos y su relación con la madre, el guardar las formas y comerse los sentimientos, el cuñao «esa especie» que es el sabelotodo y don perfecto.
Todo un entramado de poses sociales que, sin embargo, de manera gráfica nos muestras que en el fondo a todos nos pican los huevos y no hay mayor placer que un buen rascado.
PD. No puedo dejar de mencionar que cambiando un simple artículo el relato sería completamente distinto. Me refiero a esta frase «y dedica a su entrepierna…». Fíjate cómo sería si «y dedica a MI entrepierna…» Un abrazo!!
¡Eres un artista, David! ¡Ya lo creo que hubiera cambiado el texto! ¡A mejor, por supuesto!
Si hubiera llevado el absurdo al límite con ese acertado pronombre habría quedado redondo el micro. Lástima que no se me ocurriera, pero para otra vez intentaré no despistarme con los detalles.
No es por nada, pero, así de pronto me has recordado a uno de los personajes de Lucía: a Álex, su jefe, cuando ella dice que sus observaciones siempre mejoran su trabajo. Disculpa el autobombo, pero lo he sentido así.
En fin, David, gracias por esa forma que tienes de destripar los textos con tus comentarios para, como en este caso, hacerlos mejores.
Un abrazo
Las emociones son tedio, sorna, crítica, amargura, de alguien que se encuentra mal, incómodo contra su familia, seguramente por no haber podido echar ese polvo… e inesperadamente, al final provocas una sonrisa. Nos has involucrado tanto en tu personaje que creo que nos ha aliviado a todos saber que ya tiene vía libre.
Es todo un cuadro en palabras. Y diría que costumbrista.
Buenísimo.
Un abrazo
Muchas gracias, Volarela
Efectivamente, el texto buscaba con ese desglose de emociones que el lector empatizara de tal modo que al final incluso necesitara ser cómplice de su alivio. No hay nada como el aburrimiento y la conversación cansina para que uno se aísle en su mundo y de pronto un picor repentino, las ganas de tirarse un pedo o un eructo te obsesionen de forma irracional hasta conseguir el desahogo.
Me alegra que hayas disfrutado el micro.
Un abrazo
Realmente un micro excelente, me has hecho reír con la situación del caballero en cuestión que ya debería saber que si se afeita ciertas partes, al otro día lo matará la picazón jajaja.
Muy buena la descripción de la situación familiar pude ver las caras del tedio y sermón, realmente muy buen micro.
Saludos.
PATRICIA F.
Hola, Patricia
Contenta de que te haya gustado el texto.
El afeitado, además de la picazón, tal vez le recuerda de forma insistente su frustración sexual… Puede que ahí nazca parte de su hostilidad familiar… entre otras causas. ¡Quién sabe…!
Hola Matilde, sin duda ninguno de los comensales tenia desperdicio. Muy bien contado Un saludo.
Muchas gracias
Un saludo
«De la familia y del sol, cuanto más lejos, mejor»
Bueno, hemos llevado el absurdo de esta familia a límites caprichosos… Supongo que alguna familia se salvará de la quema…
Un abrazo
Hola, Matilde, creo que esta clase de sobremesas se dan más a menudo de lo que inaginamos. Al menos en según que reuniones familiares siempre está eso «de quedar bien» «el que dirán…», cuando precisamente debería ser ahí, cuando la confianza debería brotar por si sola. Muy ameno relato, ese picor, y el camino hasta el alivio, ha sido de lo más ingenioso.
Felicidades, por tu creatividad.
Gracias, Mila
Me apeteció jugar con emociones con las que me sentí retada…
Un abrazo
Ja,ja, ja…Me ha encantado.
Por un momento me he visto sentada en esa mesa observando a todos los personajes.
Ya te digo que si a mi me pica, me rasco… “Y LO SABES..”
¡Basta que te digan que no está bien y que los brazos siempre encima de la mesa para que el escozor sea inaguantable!
A veces las reglas están para saltárselas, y con parientes tan pelmazos más…
Doy fe de que te rascas… y lo que haga falta, je, je
Besotes
Hola, Matilde, esta sobremesa es silenciosa, pero con silencios que hablan y creo que es bastante habitual en muchas familias. Me ha encantado cómo vas analizando cada personaje, con el pensamiento, sin palabras. Todos quedan retratados. Y ese giro final del “cuñao”. ¡Ja, Ja! Me ha encantado.
Besos tes, Matilde.
Gracias, María Pilar
Un poco extrema la escena pero supongo que responde a «cuadros» reconocibles por todos en algunos momentos. Me alegra que te haya gustado.
Un beso
Jajajajaja, pobre hombre está ahí aguantando todo lo que puede para que no le critiquen. Menos mal que al final gracias a su cuñado se libera, jajajaja. Me gusta como escribes, espero seguir leyendo tus relatos. Un saludo!!
Me gusta que te hayas divertido.
Un placer tenerte por aquí.
Un abrazo
Qué horror, Matilde, y no es que haya padecido semejante tortura, pero solo de imaginarla me revuelve las entendederas. Vaya repaso familiar le ha dado tu prota al resto, jajaja, con familias así, ¿quién necesita el sálvame?
Muy muy bueno, Matilde.
Un abrazo!
Hola, Pepe
Me has acojonado un poco on ese «qué horror», je, je…
El prota sobredimensiona todo lo que piensa y no dice. Creo que en cierto modo nos pasa un poco a todos.
Encantada por tu valoración
Un abrazo
¡Qué bueno Matilde! me lo he leído en voz alta interpretando la escena, no he podido contenerme, je,je. Para que vean los jóvenes de ahora (más los chicos que la s chicas, algo que no podía llegar a imaginar) lo que supone rasurarte la entrepierna, bueno lo que jode los pelillos a la mar cuando salen de cualquier lindura de nuestra geografía dérmica. Un abrazote.
Emerencia, te he visto en alguno de tus videos, así que encantada de que lo hayas querido interpretar en voz alta. Seguro que en tu voz ha sonado bien divertido…
El afeitado (genital o sobacal…) tiene estas consecuencias jodidamente urticantes. Me ha encantado lo de que los pelillos «salen de cualquier lindura de nuestra geografía dérmica».
Encantada de verte por aquí.
Un abrazo
Hola Matilde, muy bueno y original. Me ha gustado mucho. Saludos.
Gracias, Ana
Abrazo
Estupendo micro, Matilde.
Me ha encantado. Qué bueno es poder llamar a las cosas por su nombre y qué a gusto nos quedamos cuando lo hacemos. Salpimentando historias te quedas sola y además lo haces con una naturalidad envidiable.
Has conseguido convertir una tediosa sobremesa, de esas que vivimos todos cada vez que alguien decide juntar a la familia y los trapos viejos, en una historia de lo más emocionante y llena de humor.
Felicidades.
Un enorme abrazo.
Querida Estrella
Qué alegría verte por este, tu blog y tu casa, y contenta de que hayas disfrutado del micro donde, efectivamente, he querido salpimentar realidades cotidianas de excesos absurdos para evitar que resultara tedioso, por mucho que partiera de esa fastidiosa emoción.
Gracias por disfrutarlo
Replico tu enorme abrazo
El cuñado, más cuñado que nunca, salvó la vida a tu prota. Un prota que me cae casi del todo bien. Le faltan pelotas(nunca mejor dicho, jajaja) para haberse rascado ante tanto necio a su alrededor, jajaja.
Un abrazo, Matilde. Por cierto, muy bien montado el micro, que con el chiste me he perdido un poco.
Gracias, Pedro
El prota más bien está hasta las pelotas… je, je..
Gracias compañero
Excelente micro, Matilde! No solo cumple con el reto sino que nos saca una sonrisa por la ocurrencia.
Un abrazo
Gracias, Mirna
Un abrazo
Mejor que se haya contenido, al menos un rato, porque estando en la sobremesa, «comer y rascar, todo es empezar». A saber como hubiera acabado.
Ah… y «para presumir , hay que sufrir».
Un relato costumbrista
A fin de cuentas, parece que el cuñao, tan tonto no era.
Abrazoo
Sí, lo de sufrir por presumir lo llevaba bine… lo de contenerse es otra historia..
Gracias,
Abrazo
Ja, ja. Me ha encantado el micro. Como quien no quiere la cosa ha retratado a toda su familia y nos ha dejado clarito quién y cómo era cada uno, aunque al juzgar a su cuñado ha olvidado que resistir a un picor fuerte, de escroto o de entrepierna en general, es cosa de dioses, más que de gente finolis y es que a veces esos personajes tan comme il faut, lo son mientras no les pica a ellos (léase literalmente o en sentido figurado).Me ha encantado el relato. Bien escrito, con humor, con mucha información… genial.
Un beso.
Hola, Rosa
Encantadísima de que hayas disfrutado el relato. Traté de buscar emociones un poco «ajenas» a mi habitual forma de escribir, por aquello de salir de la zona de confort… Al final, cuando hago esto, siempre recurro al humor creo que por inseguridad más que por otra cosa.
Gracias por compartir tus sensaciones con el relato.
Un abrazo
Jajajajajaja!!! Buenísimo,Matilde!! Hay picores y picores!!! Un abrazo!!
Muchas gracias
Un abrazo
¡Sí señora! Te has puesto en la piel y en los «guevos» del prota. Me encanta el lenguaje irreverente y es que no hay nadapeor que una boca impostada. De paso nos has brindado un retrato familiar y un final de traca.
Disculpa la tardanza, querida y admirada Matilde, pero hay veces que o se corre con la lengua fuera o se para. Preferí pararme.