Tramposa nostalgia
Imagen de wirestock en Freepik
Te has quedado atrapada en un charco de silencio
y desde esa edad húmeda reclamas, nostálgica,
la eternidad de tu feudo.
Te miro, tramposa, bailando sobre tus destellos
mientras bañas con tu lumbre sepia
fachadas encorvadas por infancias lejanas
y por la crónica que escriben sus piedras desde dentro.
Te asomas a las ventanas de mi añoranza,
como una ninfa perfumada de agua
que en el manantial de mi memoria
bracea a contracorriente del tiempo.
lanzas, sigilosa,
una lluvia fragante de emboscadas
para que sucumba a la fugitiva presencia de taciturnos recuerdos.
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Te has quedado atrapada en un charco de silencio
y desde esa edad húmeda reclamas, nostálgica,
la eternidad de tu feudo.
Te miro, tramposa, bailando sobre tus destellos
mientras bañas con tu lumbre sepia
fachadas encorvadas por infancias lejanas
y por la crónica que escriben sus piedras desde dentro.
Te asomas a las ventanas de mi añoranza,
como una ninfa perfumada de agua
que en el manantial de mi memoria
bracea a contracorriente del tiempo.
lanzas, sigilosa,
una lluvia fragante de emboscadas
para que sucumba a la fugitiva presencia de taciturnos recuerdos.
Precioso, me ha encantado, qué bien lograda la metáfora «lumbre sepia», tal cual es la nostalgia, genial su empleo. Te felicito por ella. Un abrazo. 🙂
La nostalgia tiene unas patitas en exceso intrusivas, en algunas ocasiones. Y cuando no deja respirar es un auténtico tormento….
Pero tiene otra versión mucho más benévola a la que no renuncio…
Gracias, Merche, por pasarte y dedicarme tu tiempo
Toda una trampa cuando la nostalgia se convierte en una atadura para transitar el futuro.
Sí, como le decía a Merche cuando se pone a torpedear la nostalgia puede ser un poco cabrona. Creo que le he hablado directamente a ella (a esa nostalgia) por pedorra últimamente…
Gracias…
¡Hola, Matilde! Pienso que la nostalgia es un síntoma de nuestra infelicidad presente. Si nuestro presente no nos llena, echamos la mirada atrás, idealizando y mejorando un pasado que pensamos fue mejor; o bien nos volvemos melancólicos y miramos al futuro con un punto de inocencia, esperando que nos saque de este presente con la vida que soñamos. Pienso que el primer paso es comprender que somos lo que somos hoy, aceptarnos a nosotros y a nuestro presente. A partir de ahí encaminar nuestro rumbo a lo que nos ilusiona.
El problema es que nada nos ilusione, pero en ese caso, ¿para qué comernos la cabeza?
Bueno, tu estupendo poema me ha transfigurado en un remedo de Paulo Coelho, je, je, je… Un abrazo!
Hola, David:
¡Mmmm….! Diría que la nostalgia tiene muchas patas y cada una sus propios recursos para embaucarnos. Estoy de acuerdo en parte de tu argumento, pero también creo que existen miradas atrás no por infelicidad presente, sino por ausencias insustituibles que por mucho que pase el tiempo y por muy «feliciano» que estés, te dejan un vacío irreparable. Esto no es óbice para que uno continúe con su vida normalmente. Sí que es cierto que si uno vive en un globo de felicidad ni te acuerdas, ni te das cuenta de que pasa el tiempo, pero aun teniendo una vida aceptablemente satisfecha la nostalgia es inherente al ser humano. Es como su huella dactilar, normalmente nos acompaña sin abrumarnos, dejando suaves destellos de lo que fuimos, pero en ocasiones, irremediablemente, nos asalta mostrando los trazos más gruesos, las grietas más profundas. Cuando eso sucede es preferible consentirla si con ello recuperamos la paz.
Un placer charlar contigo
Un abrazo
Hola, Matilde, que bien se adapta tu estilo, tan poético en general, a la poesía pura y dura. Un placer leerte. En este caso, has retratado la nostalgia de tal manera, que «golpe a golpe, verso a verso» como decía el poeta, a medida que leía la iba sintiendo mía.
Te asomas a las ventanas de mi añoranza,
como una ninfa perfumada de agua
que en el manantial de mi memoria
bracea a contracorriente del tiempo.
Un abrazo!
Hola, María Pilar
Siempre se trata de eso, ¿no?
Que el lector haga suyo lo que lee hasta conquistar la magia de la emoción….