En el país de los sueños

por | Dic 12, 2019 | Blog | 2 Comentarios

Imagen de Mystic Art Design


Estoy
 en ese momento dulce en que mariposas azules revolotean a las puertas de mi conciencia tratando de capturar los destellos huidizos de un sol retenido con trampas caseras. Un haz de luz, de profesión contorsionista, somete a la tenaz persiana, estampa su silueta en la pared, y deja un ramillete de sombras que se esparce como lluvia fina, como las raíces de un jardín a punto de florecer.

Juguetón y decidido, salta hasta la colcha de mi cama con instinto depredador, y alcanza mi mejilla en un beso calentito que me arrulla, me canta bajito, mi espíritu se estremece de satisfacción.

El rayo traza un mapa traicionero rumbo a mi mente, que rezonga perezosa en el país de los sueños, desoye insinuaciones hostiles, se arropa con las nubes, se dispersa vaporosa  en ese sopor.

Una voz intrusa despide a mi fiel escudero, don Silencio Sigiloso, que atrapa pesadillas nocturnas y las encierra bajo llave, para que al alba yo solo recuerde lo bueno. Me sopla al oído secretos soñados, me cuenta cuentos de finales dorados, me escribe el título de un nuevo día que ya tiene las ventanas abiertas con las páginas en blanco para que las vaya pintando.

Mi conciencia remolonea obstinada, se llena de razones insólitas para no claudicar, se esconde en ese apacible letargo y le hace quiebros a la realidad. Intuyo que se acaba el tiempo de no ser, que Morfeo me va a liberar, ya están los pensamientos apagando la magia; el cielo se hace pequeño, las musas se desvanecen en la oscuridad.

Me acurruco en posición fetal, me amarro con cadenas a ese abrazo dormido, me diluyo entre las sábanas, me abandono a esa somnolienta paz donde ronronea el alma y se mecen los sentidos. Pero ya se anuncia el despertar con su séquito de inquietudes, ya parpadea mi cerebro con su lista de urgencias a punto de desembarcar, ya está la luz amansando mi pereza con tretas disfrazadas de nuevas ilusiones que quieren hacerse a la mar.

La radio irrumpe insolente y rompe el hechizo, ¿cómo ha sido? Lo ignoro. Mi piel continúa en estado durmiente, mi corazón, abducido. Hago un estiramiento gatuno. Bostezo. Suspiro.

Un minuto más en el país de los sueños. Solo un minuto más. Prometido.

 

“Estamos hechos de la misma materia que los sueños
y nuestra pequeña vida termina durmiendo»
William Shakespeare

Imagen de Mystic Art Design


Estoy
 en ese momento dulce en que mariposas azules revolotean a las puertas de mi conciencia tratando de capturar los destellos huidizos de un sol retenido con trampas caseras. Un haz de luz, de profesión contorsionista, somete a la tenaz persiana, estampa su silueta en la pared, y deja un ramillete de sombras que se esparce como lluvia fina, como las raíces de un jardín a punto de florecer.

Juguetón y decidido, salta hasta la colcha de mi cama con instinto depredador, y alcanza mi mejilla en un beso calentito que me arrulla, me canta bajito, mi espíritu se estremece de satisfacción.

El rayo traza un mapa traicionero rumbo a mi mente, que rezonga perezosa en el país de los sueños, desoye insinuaciones hostiles, se arropa con las nubes, se dispersa vaporosa  en ese sopor.

Una voz intrusa despide a mi fiel escudero, don Silencio Sigiloso, que atrapa pesadillas nocturnas y las encierra bajo llave, para que al alba yo solo recuerde lo bueno. Me sopla al oído secretos soñados, me cuenta cuentos de finales dorados, me escribe el título de un nuevo día que ya tiene las ventanas abiertas con las páginas en blanco para que las vaya pintando.

Mi conciencia remolonea obstinada, se llena de razones insólitas para no claudicar, se esconde en ese apacible letargo y le hace quiebros a la realidad. Intuyo que se acaba el tiempo de no ser, que Morfeo me va a liberar, ya están los pensamientos apagando la magia; el cielo se hace pequeño, las musas se desvanecen en la oscuridad.

Me acurruco en posición fetal, me amarro con cadenas a ese abrazo dormido, me diluyo entre las sábanas, me abandono a esa somnolienta paz donde ronronea el alma y se mecen los sentidos. Pero ya se anuncia el despertar con su séquito de inquietudes, ya parpadea mi cerebro con su lista de urgencias a punto de desembarcar, ya está la luz amansando mi pereza con tretas disfrazadas de nuevas ilusiones que quieren hacerse a la mar.

La radio irrumpe insolente y rompe el hechizo, ¿cómo ha sido? Lo ignoro. Mi piel continúa en estado durmiente, mi corazón, abducido. Hago un estiramiento gatuno. Bostezo. Suspiro.

Un minuto más en el país de los sueños. Solo un minuto más. Prometido.

 

“Estamos hechos de la misma materia que los sueños
y nuestra pequeña vida termina durmiendo»
William Shakespeare

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Matilde Bello

Matilde Bello

Periodista y escritora

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