53 días de más

por | Feb 22, 2021 | Blog | 3 Comentarios

Desigualdad salarial

Imagen de Nattanan Kanchanaprat en Pixabay

 

Felicidades compañeras. Hoy 22 de febrero, finaliza el 2020 para nosotras las mujeres, si tenemos en cuenta que debemos trabajar 53 días más al año para alcanzar la misma retribución que los hombres.

Hoy es el Día Europeo de la Igualdad Salarial y siento decirte, si eres mujer, como yo, que no. No hemos avanzado mucho en este terreno. Si los esfuerzos por regularizar la situación ya eran lentos «per se» ahora, con tiempos pandémicos de por medio, la cosa se mueve a ritmo de tortuga con dolor de tripas.

Según el informe “Las empresas tienen que cumplir la Ley. La igualdad salarial cerraría las brechas’ realizado por UGT, las mujeres ganamos, de media, un 14,8% menos que los hombres, que es lo mismo que decir que tenemos que currar 53 días más al año para alcanzar la misma retribución, ¿cómo te quedas? Esta es la cifra “media”, porque si ponemos el foco por sectores, por edades, etc., la cosa es para llorar. Al parecer la brecha se dispara casi hasta el 28% cuando hablamos de la empresa privada y, a medida que avanza la vida laboral, vamos, que nos hacemos más viejas hablando en plata, la brecha se hace insoportable. Las mujeres de más de 65 años tienen la más elevada: el 32,86%.

En la base de toda esta problemática hay un déficit cultural y educacional que viene de tiempos pretéritos, cuando nuestro lugar estaba en casa y el trabajo era cosa de hombres. Decidimos reivindicar nuestro derecho a desarrollar nuestros talentos e inquietudes, a ser personas con identidad propia fuera del hogar y ¿cuál ha sido el premio? Trabajar a destajo igual que nuestros congéneres masculinos cobrando infinitamente menos y llevándonos, de regalo, los mismos quehaceres que ya teníamos dentro de casa. Conclusión: ¡Vaya tomadura de pelo! Pondría algún que otro improperio hacia nosotras mismas pero no quiero cargar las tintas, no vaya a ser que se malinterprete mi cabreo.

El tejido industrial aprovechó nuestra integración al mercado laboral como una oportunidad para producir más, a menor precio; y tantos años de perversión cuesta mucho enderezar. Porque, y esto es lo más gracioso, por mucho techo de cristal que se empeñen en ponernos, por mucha discriminación de género, hemos demostrado aptitudes, inteligencia y habilidades para ejercer cualquier rol que nos propongamos, como mínimo, con la misma eficacia y rentabilidad que ellos. El problema es que mientras nosotras íbamos dando pasos de gigante en nuestras competencias, preparación y atribuciones, los sueldos se mantenían tumbados al sol del desierto esperando contadas gotas de agua para saciar la sed. Y en esas estamos, sobradamente preparadas pero ofensivamente mal retribuidas.

Eurostat dice que la brecha salarial de género se ha reducido en un 1% en los últimos ocho años, ¡un 1% señores! Que solo escribirlo da grima. Significa nada más y nada menos que tendremos que esperar 84 años para logra la equiparación salarial. Mientras tanto, nuestro año retributivo dura 53 días más; 53 días de esfuerzo, de talento, y de trabajo que algunos se quedan por la cara del “porque yo lo valgo” en esa presuntuosa posición de quien considera que el tiempo de los demás, no vale nada o, peor todavía, que es suyo.

 

 

Desigualdad salarial

Imagen de Nattanan Kanchanaprat en Pixabay

 

Felicidades compañeras. Hoy 22 de febrero, finaliza el 2020 para nosotras las mujeres, si tenemos en cuenta que debemos trabajar 53 días más al año para alcanzar la misma retribución que los hombres.

Hoy es el Día Europeo de la Igualdad Salarial y siento decirte, si eres mujer, como yo, que no. No hemos avanzado mucho en este terreno. Si los esfuerzos por regularizar la situación ya eran lentos «per se» ahora, con tiempos pandémicos de por medio, la cosa se mueve a ritmo de tortuga con dolor de tripas.

Según el informe “Las empresas tienen que cumplir la Ley. La igualdad salarial cerraría las brechas’ realizado por UGT, las mujeres ganamos, de media, un 14,8% menos que los hombres, que es lo mismo que decir que tenemos que currar 53 días más al año para alcanzar la misma retribución, ¿cómo te quedas? Esta es la cifra “media”, porque si ponemos el foco por sectores, por edades, etc., la cosa es para llorar. Al parecer la brecha se dispara casi hasta el 28% cuando hablamos de la empresa privada y, a medida que avanza la vida laboral, vamos, que nos hacemos más viejas hablando en plata, la brecha se hace insoportable. Las mujeres de más de 65 años tienen la más elevada: el 32,86%.

En la base de toda esta problemática hay un déficit cultural y educacional que viene de tiempos pretéritos, cuando nuestro lugar estaba en casa y el trabajo era cosa de hombres. Decidimos reivindicar nuestro derecho a desarrollar nuestros talentos e inquietudes, a ser personas con identidad propia fuera del hogar y ¿cuál ha sido el premio? Trabajar a destajo igual que nuestros congéneres masculinos cobrando infinitamente menos y llevándonos, de regalo, los mismos quehaceres que ya teníamos dentro de casa. Conclusión: ¡Vaya tomadura de pelo! Pondría algún que otro improperio hacia nosotras mismas pero no quiero cargar las tintas, no vaya a ser que se malinterprete mi cabreo.

El tejido industrial aprovechó nuestra integración al mercado laboral como una oportunidad para producir más, a menor precio; y tantos años de perversión cuesta mucho enderezar. Porque, y esto es lo más gracioso, por mucho techo de cristal que se empeñen en ponernos, por mucha discriminación de género, hemos demostrado aptitudes, inteligencia y habilidades para ejercer cualquier rol que nos propongamos, como mínimo, con la misma eficacia y rentabilidad que ellos. El problema es que mientras nosotras íbamos dando pasos de gigante en nuestras competencias, preparación y atribuciones, los sueldos se mantenían tumbados al sol del desierto esperando contadas gotas de agua para saciar la sed. Y en esas estamos, sobradamente preparadas pero ofensivamente mal retribuidas.

Eurostat dice que la brecha salarial de género se ha reducido en un 1% en los últimos ocho años, ¡un 1% señores! Que solo escribirlo da grima. Significa nada más y nada menos que tendremos que esperar 84 años para logra la equiparación salarial. Mientras tanto, nuestro año retributivo dura 53 días más; 53 días de esfuerzo, de talento, y de trabajo que algunos se quedan por la cara del “porque yo lo valgo” en esa presuntuosa posición de quien considera que el tiempo de los demás, no vale nada o, peor todavía, que es suyo.

 

 

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Matilde Bello

Matilde Bello

Periodista y escritora

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