Canción llorona del columpio

por | Oct 14, 2021 | Blog | 10 Comentarios

columpio

Imagen de Pixabay

Mientras la voz oxidada del columpio chirría su hastío, yo vuelo en su regazo a la caza de unos sueños que deshilvanan sus enigmas en el aire. Ahora el viento silba en mis labios mientras despeina mi vestido, a la deriva, como un barco en mitad del oleaje. Ahora un batallón de hormigas desfila bajo mis pies, y sincronizan su huida pensando que, en la bajada, voy al abordaje.

Asciendo de nuevo al reclamo de las hojas que murmuran acertijos en brazos de los árboles. Se mecen al son de una música que se oye en algún sitio, que canta una voz de tarde en tarde. Me ovacionan con un redoble de susurros cuando el columpio se acerca y enreda mi sombra en su sonajero ramaje.

Lloriquea el columpio a cada impulso que le pido, pero se queja de abandono si no voy a columpiarme. Es como un acordeón que desafina con buen ritmo y sabe camuflarse en el paisaje, sus originales arpegios van al compás de mi enardecido corazón en este viaje libre de peajes.

Miro hacia la ventana por la que me vigila mi madre. La saludo con la mano. Grito con todas mis fuerzas: ¡mamá! ¿Vienes a columpiarme? Ella, como ayer, como siempre desde que el tiempo quedó detenido en un interrogante, mira al cielo con sus ojos tristes, y luego corre las cortinas, despacio, como si no hubiera nadie.

 «Tu ausencia me suelta una piel imposible que solo vivía en la temperatura que se fue con tus manos»

Roberto Juarroz
poeta,  crítico y ensayista argentino

 

 

columpio

Imagen de Pixabay

Mientras la voz oxidada del columpio chirría su hastío, yo vuelo en su regazo a la caza de unos sueños que deshilvanan sus enigmas en el aire. Ahora el viento silba en mis labios mientras despeina mi vestido, a la deriva, como un barco en mitad del oleaje. Ahora un batallón de hormigas desfila bajo mis pies, y sincronizan su huida pensando que, en la bajada, voy al abordaje.

Asciendo de nuevo al reclamo de las hojas que murmuran acertijos en brazos de los árboles. Se mecen al son de una música que se oye en algún sitio, que canta una voz de tarde en tarde. Me ovacionan con un redoble de susurros cuando el columpio se acerca y enreda mi sombra en su sonajero ramaje.

Lloriquea el columpio a cada impulso que le pido, pero se queja de abandono si no voy a columpiarme. Es como un acordeón que desafina con buen ritmo y sabe camuflarse en el paisaje, sus originales arpegios van al compás de mi enardecido corazón en este viaje libre de peajes.

Miro hacia la ventana por la que me vigila mi madre. La saludo con la mano. Grito con todas mis fuerzas: ¡mamá! ¿Vienes a columpiarme? Ella, como ayer, como siempre desde que el tiempo quedó detenido en un interrogante, mira al cielo con sus ojos tristes, y luego corre las cortinas, despacio, como si no hubiera nadie.

 «Tu ausencia me suelta una piel imposible que solo vivía en la temperatura que se fue con tus manos»

Roberto Juarroz
poeta,  crítico y ensayista argentino

 

 

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Matilde Bello

Matilde Bello

Periodista y escritora

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