¿Contradicción o evolución?
Imágenes: Pixabay
En estos tiempos en que la hemeroteca se utiliza como arma arrojadiza que saca los colores al más íntegro de los mortales, me pregunto si la contradicción es fruto siempre de una incoherencia de pensamiento o acción, o bien forma parte de la natural evolución del ser humano.
Decía el brillante Santiago Ramón y Cajal “nada me inspira más veneración y asombro que un anciano que sabe cambiar de opinión” y es que, aunque el ser humano es muy reacio al cambio en general, quiero presuponer que nuestra capacidad de aprendizaje y adaptación pasa, inevitablemente, por transiciones en nuestro modo de ver y entender las cosas, de otro modo, seríamos bloques de hielo congelados en un punto de la infinita ignorancia que nos asola.
Es cierto que nos vamos construyendo como personas sobre una base de valores y convicciones que son los que suelen fundamentar nuestro recorrido vital. Pero hay tantos factores que influyen en nuestra mayor o menor flexibilidad al cambio, léase: educación, cultura, interrelación con otras culturas, inquietudes, ambiciones…, que se me antojan factibles todas las posibilidades. Es decir, de entrada, es difícil entender que una persona pase de A a B sin conocer qué es lo que ha propiciado ese cambio de rumbo; lo primero es enjuiciarlo como incoherente, pero hasta las incoherencias podrían sustentarse en una explicación bien argumentada y solvente.
¿Adónde quiero ir a parar? Te preguntarás. Pues a que cuando escuchamos esa manida frase de que “la gente no cambia” o que no podemos hacer cambiar a los demás, según parece, no siempre acertamos en ese juicio.
La memoria puede expandirse
Nuestro inolvidable Eduard Punset nos enseñó cómo se probó, científicamente, que el cerebro está capacitado para cambiar. Al parecer, un estudio realizado en Londres con los taxistas que se examinaban para conseguir la licencia, y que tenían que aprenderse una cantidad ingente de calles de la capital, así lo demuestra. Se observó el comportamiento del hipocampo, sector del cerebro que estudia la memoria, y se descubrió que la parte de la memoria dedicada al espacio aumentó significativamente en los taxistas. Se ensanchó.
Así se llega a la conclusión de que, sin contradecir la afirmación de los neurólogos de que hay unas leyes que rigen el desarrollo cerebral; no es menos cierto que la experiencia personal de cada uno llega a incidir en la estructura cerebral, es decir, en esas leyes, tal y como defienden los psicólogos. En resumen, que podemos cambiar.
Cerebros emocionales
Existen cerebros muy técnicos, neutrales y fríos que son capaces de tomar decisiones considerando los diferentes elementos de juicio sin que les afecten personalmente (y no son psicópatas, dice Punset). Sin embargo, la mayor parte de los cerebros humanos toma decisiones basándose en opciones emocionales, y más en tiempos de crisis, cuando la incidencia de la emoción tiene un peso todavía mayor en la toma de decisiones, haciéndose incluso de forma inconsciente.
Eduard Punset aboga, demostrada la capacidad de cambio del cerebro, por incentivar metodologías en beneficio de la propia humanidad. Por ejemplo, se pronuncia a favor de un cambio en el modelo de enseñanza, puesto que hay una correlación entre el tiempo dedicado a la enseñanza y la inteligencia de los adultos. “Debemos revisar y abordar la reforma de la educación, no de contenidos, sino de formadores. De cómo los maestros deben gestionar la complejidad de una estructura globalizada. Los educadores no tienen que formar a futuros trabajadores, sino a futuros ciudadanos con inteligencia social para cooperar con otros cerebros. Los educadores tendrán que enseñar a gestionar lo que tienen de común con los demás, especialmente esas emociones con las que llegan al mundo y que nunca antes se hablaron de ellas en las escuelas”.
Os animo a echar un vistazo a esta charla magistral de Eduard Punset “La felicidad en tiempos de crisis” porque no solo es absolutamente clarividente sino que además vas a pasar un buen rato con sus anécdotas, sus gráficos ejemplos y su sentido del humor
Imágenes: Pixabay
En estos tiempos en que la hemeroteca se utiliza como arma arrojadiza que saca los colores al más íntegro de los mortales, me pregunto si la contradicción es fruto siempre de una incoherencia de pensamiento o acción, o bien forma parte de la natural evolución del ser humano.
Decía el brillante Santiago Ramón y Cajal “nada me inspira más veneración y asombro que un anciano que sabe cambiar de opinión” y es que, aunque el ser humano es muy reacio al cambio en general, quiero presuponer que nuestra capacidad de aprendizaje y adaptación pasa, inevitablemente, por transiciones en nuestro modo de ver y entender las cosas, de otro modo, seríamos bloques de hielo congelados en un punto de la infinita ignorancia que nos asola.
Es cierto que nos vamos construyendo como personas sobre una base de valores y convicciones que son los que suelen fundamentar nuestro recorrido vital. Pero hay tantos factores que influyen en nuestra mayor o menor flexibilidad al cambio, léase: educación, cultura, interrelación con otras culturas, inquietudes, ambiciones…, que se me antojan factibles todas las posibilidades. Es decir, de entrada, es difícil entender que una persona pase de A a B sin conocer qué es lo que ha propiciado ese cambio de rumbo; lo primero es enjuiciarlo como incoherente, pero hasta las incoherencias podrían sustentarse en una explicación bien argumentada y solvente.
¿Adónde quiero ir a parar? Te preguntarás. Pues a que cuando escuchamos esa manida frase de que “la gente no cambia” o que no podemos hacer cambiar a los demás, según parece, no siempre acertamos en ese juicio.
La memoria puede expandirse
Nuestro inolvidable Eduard Punset nos enseñó cómo se probó, científicamente, que el cerebro está capacitado para cambiar. Al parecer, un estudio realizado en Londres con los taxistas que se examinaban para conseguir la licencia, y que tenían que aprenderse una cantidad ingente de calles de la capital, así lo demuestra. Se observó el comportamiento del hipocampo, sector del cerebro que estudia la memoria, y se descubrió que la parte de la memoria dedicada al espacio aumentó significativamente en los taxistas. Se ensanchó.
Así se llega a la conclusión de que, sin contradecir la afirmación de los neurólogos de que hay unas leyes que rigen el desarrollo cerebral; no es menos cierto que la experiencia personal de cada uno llega a incidir en la estructura cerebral, es decir, en esas leyes, tal y como defienden los psicólogos. En resumen, que podemos cambiar.
Cerebros emocionales
Existen cerebros muy técnicos, neutrales y fríos que son capaces de tomar decisiones considerando los diferentes elementos de juicio sin que les afecten personalmente (y no son psicópatas, dice Punset). Sin embargo, la mayor parte de los cerebros humanos toma decisiones basándose en opciones emocionales, y más en tiempos de crisis, cuando la incidencia de la emoción tiene un peso todavía mayor en la toma de decisiones, haciéndose incluso de forma inconsciente.
Eduard Punset aboga, demostrada la capacidad de cambio del cerebro, por incentivar metodologías en beneficio de la propia humanidad. Por ejemplo, se pronuncia a favor de un cambio en el modelo de enseñanza, puesto que hay una correlación entre el tiempo dedicado a la enseñanza y la inteligencia de los adultos. “Debemos revisar y abordar la reforma de la educación, no de contenidos, sino de formadores. De cómo los maestros deben gestionar la complejidad de una estructura globalizada. Los educadores no tienen que formar a futuros trabajadores, sino a futuros ciudadanos con inteligencia social para cooperar con otros cerebros. Los educadores tendrán que enseñar a gestionar lo que tienen de común con los demás, especialmente esas emociones con las que llegan al mundo y que nunca antes se hablaron de ellas en las escuelas”.
Os animo a echar un vistazo a esta charla magistral de Eduard Punset “La felicidad en tiempos de crisis” porque no solo es absolutamente clarividente sino que además vas a pasar un buen rato con sus anécdotas, sus gráficos ejemplos y su sentido del humor
Este post tiene una discusión prtofunda ante una copa de vino: Así se llega a la conclusión de que, sin contradecir la afirmación de los neurólogos de que hay unas leyes que rigen el desarrollo cerebral; no es menos cierto que la experiencia personal de cada uno llega a incidir en la estructura cerebral, es decir, en esas leyes, tal y como defienden los psicólogos. En resumen, que podemos cambiar.
Este trozo es ligeramente incorrecto.
Amigo Guillermo. No está bien decir que algo es incorrecto y no mostrar la corrección pertinente. En todo caso acepto encantada la copa de vino… y la discusión. Un abrazo
Hola!
Totalmente de acuerdo en que se puede cambiar y, pienso que se hace ante algo causa el suficiente dolor, o lo que es parecido o lo mismo, cuando lo que piensa, dice y hace no van de la mano y esta incoherencia le causa vacío o infelicidad, y además toma consciencia y no se conforma con ello.
Un gran referente, Eduardo Punset.
Un placer leerte.
Un abrazo gigante!
Has tocado una tecla decisiva. El dolor tiene una capacidad transformadora de la que no siquiera somos conscientes…y hablo en términos positivos.
Muchas gracias por leerme.
Otro abrazo
Solo hay que analizarse a uno mismo y ver cómo, sobre todo, las emociones ,tienen un gran impacto en nuestro comportamiento. Además de otras muchas cosas.
Yo creo que todos podemos cambiar, además que es de madurez evolutiva que así sea. Y que bueno que al ir aprendiendo sepamos cambiar de opinión y reconozcamos. También pienso que la base está en los funcionamientos de la educación. La ciencia…todo lo que sea para expandir el conocimiento pienso que debería estar más adelantado. El cambio más importante tal vez sea, el que uno quiera hacer por sí mismo, (esto lo digo a modo personal). Cuerpo, mente y espíritu unidos a un mismo fin.
Me he guardado el vídeo de Punset, siempre me gustó cuando lo leí o escuché.
Gracias, por la reflexión, está genial.
Un abrazo fuerte.
Querida Mila,
Como habrás deducido de mi texto yo también pienso que cambiar no es que sea posible, sino que es inevitable. Solo aquellos de pensamiento «obtuso» se niegan a valorar otras consideraciones simplemente porque son opuestas a sus convicciones o pensamientos primarios. Por eso me parece tan necesario el intercambio cultural, porque nos enseña a mirar fuera de nosotros mismos, de nuestro entorno, de lo ya conocido… Nuestra ignorancia es extraordinaria, pero lo es aún más que nos neguemos a evolucionar, avanzar, cambiar por simples prejuicios.