La caricia del tiempo
Foto: Myriam Zilles
Se nos va de las manos el tiempo como el eco de un murmullo proscrito de esta tierra. Se pasea por el horizonte con sus tacones de cristal, alumbrando nuevos días, encendiendo amaneceres limpios y tibios que con el crepúsculo descansan en brazos del olvido, sin saber si habrá un nuevo mañana al que despertar.
Zigzaguea el tiempo por un desierto anónimo donde todos somos arena de un reloj perdido, vamos en avalancha precipitados al vacío, dando codazos para pasar primeros, para llegar a una meta extraña que solo marca el inicio de un nuevo desafío, sin pensar si el sendero que transitamos deja poso en la piel, si estamos extraviados, o si queremos salir del camino.
Demasiado ir para volver, sin saber para qué he venido. Demasiado ruido que atender que nos enajena de nosotros mismos. Dice el tiempo que está harto, aburrido. Que viaja en patines por nuestra memoria azuzado por nuestro absurdo ritmo, como un caballo desbocado a la espera de que tomemos las riendas, frenemos la marcha, y escuchemos por fin cómo suena nuestro latido.
Me ha confesado, mientras dormía, que no podremos rebobinar nuestra vida cuando al final de la carrera nos falte el aliento. Queremos ponerle una soga tratando de domar su inexorable tránsito, como si pudiéramos negociar su cadencia, detenerlo a nuestro antojo, solicitarle una prórroga o elegir la fecha de vencimiento.
No sabes nada de mí si crees que vas a darme caza en los cuadrantes de un horario, o que puedes perseguirme pasando las páginas del calendario. Soy tiempo a tiempo completo; reverbero intangible en las sombras de los árboles, en las risas infantiles, en el silencio de la noche, en los buenos días cálidos; si me miras entonces, durante un instante, me habrás atrapado.
Esta noche subiré al pico de la luna a rendirme ante ella y pedirle que se quede observando. Si me has entendido sabrás que no estoy al alcance, que no es posible ganar ni perder tiempo, pero que siempre puedes mejorarlo. Sabrás que si extiendes el brazo hacia las estrellas no podrás tocarme, pero yo te estaré acariciando.
“Coged las rosas mientras podáis,
veloz el tiempo vuela.
La misma flor que hoy admiráis,
mañana estará muerta..”
Walt Whitman
Foto: Myriam Zilles
Se nos va de las manos el tiempo como el eco de un murmullo proscrito de esta tierra. Se pasea por el horizonte con sus tacones de cristal, alumbrando nuevos días, encendiendo amaneceres limpios y tibios que con el crepúsculo descansan en brazos del olvido, sin saber si habrá un nuevo mañana al que despertar.
Zigzaguea el tiempo por un desierto anónimo donde todos somos arena de un reloj perdido, vamos en avalancha precipitados al vacío, dando codazos para pasar primeros, para llegar a una meta extraña que solo marca el inicio de un nuevo desafío, sin pensar si el sendero que transitamos deja poso en la piel, si estamos extraviados, o si queremos salir del camino.
Demasiado ir para volver, sin saber para qué he venido. Demasiado ruido que atender que nos enajena de nosotros mismos. Dice el tiempo que está harto, aburrido. Que viaja en patines por nuestra memoria azuzado por nuestro absurdo ritmo, como un caballo desbocado a la espera de que tomemos las riendas, frenemos la marcha, y escuchemos por fin cómo suena nuestro latido.
Me ha confesado, mientras dormía, que no podremos rebobinar nuestra vida cuando al final de la carrera nos falte el aliento. Queremos ponerle una soga tratando de domar su inexorable tránsito, como si pudiéramos negociar su cadencia, detenerlo a nuestro antojo, solicitarle una prórroga o elegir la fecha de vencimiento.
No sabes nada de mí si crees que vas a darme caza en los cuadrantes de un horario, o que puedes perseguirme pasando las páginas del calendario. Soy tiempo a tiempo completo; reverbero intangible en las sombras de los árboles, en las risas infantiles, en el silencio de la noche, en los buenos días cálidos; si me miras entonces, durante un instante, me habrás atrapado.
Esta noche subiré al pico de la luna a rendirme ante ella y pedirle que se quede observando. Si me has entendido sabrás que no estoy al alcance, que no es posible ganar ni perder tiempo, pero que siempre puedes mejorarlo. Sabrás que si extiendes el brazo hacia las estrellas no podrás tocarme, pero yo te estaré acariciando.
“Coged las rosas mientras podáis,
veloz el tiempo vuela.
La misma flor que hoy admiráis,
mañana estará muerta..”
Walt Whitman
Empezamos muy bien con el título » La caricia del tiempo»: poético, enigmático y peenne en la vida de todos nosotros. Un invento del hombre para …sobrevivir…a qué
Metáforas q te quitan el aliento:
-Pasea con tacones de crisral
-Desierto anónimo
-Arena de un reloj perdido etc
Frases bellas, llenas se sensibilidad, sensualidad, un halo de tristeza y melancolía. No por ello sensibleras, todo lo contrario, todavía hay esperanza y está en nosotros mismos . No hay desperdicio en cada sonido y palabras usadas. Ninguna sobra, ninguna falta. A mí me ha llegado porque utilizas un lenguaje emotivo, sin artilujios ni florituras pretensiosas.
Gracias por haberlo compartido.
Gracias a ti por haberlo sentido y por compartir conmigo tu opinión.
Volando voy, Volando vengo, por el camino yo no me entretengo.