La tiranía del disparate

por | Abr 17, 2024 | Blog | 0 Comentarios

No te veré morir

Leo, con regocijo, que en París la bicicleta ha superado al coche como medio para desplazarse y se sitúa en tercera posición ya, tras el transporte público y la movilidad a pie.

París. La capital francesa. No cualquier ciudad menor

Para los que dicen que estas políticas sostenibles no son aplicables en grandes urbes.
Para los que se revuelven airados ante tanto “inoportuno carril bici invadiendo el asfalto”.
Para los que consideran que el impulso a la movilidad sostenible es poco menos que una “peregrina ocurrencia…”

París.

Una ciudad con más de 1.000 kilómetros de instalaciones adaptadas para los ciclistas, y que tiene el objetivo de ser una 100% apta para bicicletas en 2026. De hecho, quiere llegar a los próximos Juegos Olímpicos de este verano con la etiqueta de los más sostenibles de la historia.

Singularidad hispánica

El cálculo total de kilómetros ciclables en España es una tarea complicada. «No hay datos unificados» dicen las entidades que evalúan el tema, aunque en todos los casos las cifras son significativamente inferiores. Y aunque cada vez son más las grandes urbes que se apuntan a la movilidad sostenible, lo cierto es que a nuestros representantes les gusta levantar la patita y mostrar nuestra singular raza ibérica.

¿Por qué?

Pues porque aquí también mola eso de desmantelar carriles bici (Valencia, Valladolid) o se anuncia con júbilo fervoroso que no se habilitarán más (Gijón). O por un lado se deshacen de unos viales instalados en 2019 (foto) y se retuerce el sinsentido anunciando unos nuevos en otros puntos de la misma ciudad. La mía, Castelldefels. ¿Cuánto cuesta el disparate? Unos 300.000 euros. ¿Más disparate? En esa vía desmantelada los coches solo podrán circular a 25km/hora, pero oye, es que los vecinos de una calle tenían que dar un rodeo para entrar en su vecindario. 

Falta de cultura democrática

Para evitar colapsos de tráfico”, se argumenta para justificar estos retrocesos, evidenciando una falta de sensibilidad que nos sitúa a años luz de nuestros colegas europeos, o haciendo del tema una cuestión ideológica, como si desmantelar carriles bici fuera acabar con una contagiosa epidemia.

Y es en estas cuestiones donde se nota nuestro déficit de cultura democrática. Donde los intereses de unos pocos se defienden sin remilgos por encima de la salud y el bienestar general.

En lugares como Dinamarca y Países Bajos (y mira el clima que tienen) todos los partidos apoyan el uso de la bicicleta. Todos.

Luxemburgo, por ejemplo, tiene una ruta de 15 km que atraviesa parques, plazas y miradores de la ciudad, pasando por muchos de sus atractivos, como la Plaza Mayor, el Palacio Ducal o las murallas. En Estocolmo mil kilómetros de estas vías atraviesan la ciudad, en muchos casos, separadas del tráfico a motor. Helsinki es la ciudad europea con más metros de carril bici por habitante: 2,05. Más de 1.300 km. Por no hablar de Amsterdam, donde hay cuatro veces más bicicletas que coches y casi el 60% de los ciudadanos se desplaza a pedales. (Fuente, National Geographic Viajes)

No quiero decir que en España todas las prácticas sobre este tema sean negativas. Por fortuna, las políticas de muchas ciudades se esfuerzan cada vez más en facilitar que los ciudadanos disfruten de los espacios en los que viven. En crear entornos sostenibles, funcionales, acogedores, recreativos y habitables donde pueda darse la socialización y la convivencia de la persona por encima de todo lo demás.

Sin embargo, lamentablemente, seguimos leyendo luminosos titulares del tipo “se acabó el disparate de los carriles bici”. Y es que a veces somos más chulos que un ocho.

La contaminación del aire causa anualmente 25.500 muertes prematuras en España, según los últimos datos de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA). El 100% de la población respira aire con niveles de contaminación superiores a las recomendaciones de la Organización Mundial para la Salud (OMS). Pero nada. Tú solucióname lo mío que yo te voto. Así funcionamos. Aunque acabemos en urgencias por asma, bronquitis o embolias pulmonares que, jolines, ¡qué se le va a hacer! ¡Te habrá tocado!

 

 

 

No te veré morir

Leo, con regocijo, que en París la bicicleta ha superado al coche como medio para desplazarse y se sitúa en tercera posición ya, tras el transporte público y la movilidad a pie.

París. La capital francesa. No cualquier ciudad menor

Para los que dicen que estas políticas sostenibles no son aplicables en grandes urbes.
Para los que se revuelven airados ante tanto “inoportuno carril bici invadiendo el asfalto”.
Para los que consideran que el impulso a la movilidad sostenible es poco menos que una “peregrina ocurrencia…”

París.

Una ciudad con más de 1.000 kilómetros de instalaciones adaptadas para los ciclistas, y que tiene el objetivo de ser una 100% apta para bicicletas en 2026. De hecho, quiere llegar a los próximos Juegos Olímpicos de este verano con la etiqueta de los más sostenibles de la historia.

Singularidad hispánica

El cálculo total de kilómetros ciclables en España es una tarea complicada. «No hay datos unificados» dicen las entidades que evalúan el tema, aunque en todos los casos las cifras son significativamente inferiores. Y aunque cada vez son más las grandes urbes que se apuntan a la movilidad sostenible, lo cierto es que a nuestros representantes les gusta levantar la patita y mostrar nuestra singular raza ibérica.

¿Por qué?

Pues porque aquí también mola eso de desmantelar carriles bici (Valencia, Valladolid) o se anuncia con júbilo fervoroso que no se habilitarán más (Gijón). O por un lado se deshacen de unos viales instalados en 2019 (foto) y se retuerce el sinsentido anunciando unos nuevos en otros puntos de la misma ciudad. La mía, Castelldefels. ¿Cuánto cuesta el disparate? Unos 300.000 euros. ¿Más disparate? En esa vía desmantelada los coches solo podrán circular a 25km/hora, pero oye, es que los vecinos de una calle tenían que dar un rodeo para entrar en su vecindario. 

Falta de cultura democrática

Para evitar colapsos de tráfico”, se argumenta para justificar estos retrocesos, evidenciando una falta de sensibilidad que nos sitúa a años luz de nuestros colegas europeos, o haciendo del tema una cuestión ideológica, como si desmantelar carriles bici fuera acabar con una contagiosa epidemia.

Y es en estas cuestiones donde se nota nuestro déficit de cultura democrática. Donde los intereses de unos pocos se defienden sin remilgos por encima de la salud y el bienestar general.

En lugares como Dinamarca y Países Bajos (y mira el clima que tienen) todos los partidos apoyan el uso de la bicicleta. Todos.

Luxemburgo, por ejemplo, tiene una ruta de 15 km que atraviesa parques, plazas y miradores de la ciudad, pasando por muchos de sus atractivos, como la Plaza Mayor, el Palacio Ducal o las murallas. En Estocolmo mil kilómetros de estas vías atraviesan la ciudad, en muchos casos, separadas del tráfico a motor. Helsinki es la ciudad europea con más metros de carril bici por habitante: 2,05. Más de 1.300 km. Por no hablar de Amsterdam, donde hay cuatro veces más bicicletas que coches y casi el 60% de los ciudadanos se desplaza a pedales. (Fuente, National Geographic Viajes)

No quiero decir que en España todas las prácticas sobre este tema sean negativas. Por fortuna, las políticas de muchas ciudades se esfuerzan cada vez más en facilitar que los ciudadanos disfruten de los espacios en los que viven. En crear entornos sostenibles, funcionales, acogedores, recreativos y habitables donde pueda darse la socialización y la convivencia de la persona por encima de todo lo demás.

Sin embargo, lamentablemente, seguimos leyendo luminosos titulares del tipo “se acabó el disparate de los carriles bici”. Y es que a veces somos más chulos que un ocho.

La contaminación del aire causa anualmente 25.500 muertes prematuras en España, según los últimos datos de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA). El 100% de la población respira aire con niveles de contaminación superiores a las recomendaciones de la Organización Mundial para la Salud (OMS). Pero nada. Tú solucióname lo mío que yo te voto. Así funcionamos. Aunque acabemos en urgencias por asma, bronquitis o embolias pulmonares que, jolines, ¡qué se le va a hacer! ¡Te habrá tocado!

 

 

 

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Matilde Bello

Matilde Bello

Periodista y escritora

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