La voz del deseo
Imagen de Gustavo Rezende en Pixabay
Si se enciende la luna, dispón el cuerpo para el bolero, porque se cuenta que bajo su influjo se pierde esa entidad nuestra ponderada, abanderada del intelecto, y toma el mando un instinto, sin edad, sin razón y sin género, que hormiguea en la sangre, hierve hasta donde el alma pierde su nombre con su indescifrable misterio, se erige en voz dominante a las órdenes de Don Deseo.
Un murmullo que nace suave y suspira fuego, que cimbrea entre besos que se descubren, se reconocen, se repliegan y empiezan de nuevo.
Que fluye febril, entre almohadones sedientos, se enreda en apetitos que quiebran el silencio y, tenaz en su objetivo, se desprende de grilletes absurdos para asistir desbocado a la sala de juegos.
Baila la piel los secretos de un seísmo discorde que convulsiona de fuera hacia adentro, que empieza con manos pianistas afinando caricias, tocando las teclas que provocan incendios; una música genuina que, siendo siempre original, suena desde tiempos añejos, se interpreta en la intimidad a temperatura ardiente, con desespero, se aconseja en buena compañía y sin complejos.
Los pies se enmarañan, se aprisionan, se calzan las risas que genera el deseo, se emborracha la voz de lujuria, las feromonas presentan sus armas en plena batalla de alientos.
Una llama férvida calienta la conciencia, se instala en el cerebro, libera un ejército de vasallos cargados con una sensorial dopamina para relajar el terreno.
Ondula la cintura al calor de unos labios virtuosos que arrasan con el invierno; corretean alegres, impacientes, necesitados, embravecidos y tiernos. Anidan en la garganta, en la clavícula, dejan su abrasadora humedad en los senos, inician un excitante campo a través por donde van floreciendo petunias que perfuman el aire con algún verso suelto.
Culebrean los cuerpos enzarzados en una contienda de voraz desenfreno, mordiscos caníbales levantando ovaciones, lenguas chismosas en jardines secretos; la pasión, voluptuosa, contoneándose por un territorio franco de puro deseo. La sensualidad realiza una ofensiva final con toda su réplica de estremecimientos; la luz entonces suspende su viaje, el mundo se contrae un momento, enmudece la luna, el sol igual de quieto, una conmoción de fuerzas estalla con el éxtasis atronador de un millón de espasmódicos destellos.
Uno de esos instantes en que el ser humano vence su mediocridad y consigue detener el tiempo.
«La relación entre erotismo y poesía es tal que, puede decirse sin afectación que el primero es una metáfora de la sexualidad, y la segunda una erotización del lenguaje»
Octavio PAZ
Imagen de Gustavo Rezende en Pixabay
Si se enciende la luna, dispón el cuerpo para el bolero, porque se cuenta que bajo su influjo se pierde esa entidad nuestra ponderada, abanderada del intelecto, y toma el mando un instinto, sin edad, sin razón y sin género, que hormiguea en la sangre, hierve hasta donde el alma pierde su nombre con su indescifrable misterio, se erige en voz dominante a las órdenes de Don Deseo.
Un murmullo que nace suave y suspira fuego, que cimbrea entre besos que se descubren, se reconocen, se repliegan y empiezan de nuevo.
Que fluye febril, entre almohadones sedientos, se enreda en apetitos que quiebran el silencio y, tenaz en su objetivo, se desprende de grilletes absurdos para asistir desbocado a la sala de juegos.
Baila la piel los secretos de un seísmo discorde que convulsiona de fuera hacia adentro, que empieza con manos pianistas afinando caricias, tocando las teclas que provocan incendios; una música genuina que, siendo siempre original, suena desde tiempos añejos, se interpreta en la intimidad a temperatura ardiente, con desespero, se aconseja en buena compañía y sin complejos.
Los pies se enmarañan, se aprisionan, se calzan las risas que genera el deseo, se emborracha la voz de lujuria, las feromonas presentan sus armas en plena batalla de alientos.
Una llama férvida calienta la conciencia, se instala en el cerebro, libera un ejército de vasallos cargados con una sensorial dopamina para relajar el terreno.
Ondula la cintura al calor de unos labios virtuosos que arrasan con el invierno; corretean alegres, impacientes, necesitados, embravecidos y tiernos. Anidan en la garganta, en la clavícula, dejan su abrasadora humedad en los senos, inician un excitante campo a través por donde van floreciendo petunias que perfuman el aire con algún verso suelto.
Culebrean los cuerpos enzarzados en una contienda de voraz desenfreno, mordiscos caníbales levantando ovaciones, lenguas chismosas en jardines secretos; la pasión, voluptuosa, contoneándose por un territorio franco de puro deseo. La sensualidad realiza una ofensiva final con toda su réplica de estremecimientos; la luz entonces suspende su viaje, el mundo se contrae un momento, enmudece la luna, el sol igual de quieto, una conmoción de fuerzas estalla con el éxtasis atronador de un millón de espasmódicos destellos.
Uno de esos instantes en que el ser humano vence su mediocridad y consigue detener el tiempo.
«La relación entre erotismo y poesía es tal que, puede decirse sin afectación que el primero es una metáfora de la sexualidad, y la segunda una erotización del lenguaje»
Octavio PAZ
¡Hola, Matilde! Bueno, lo primero es agradecerte la mención a El Tintero de Oro en el podcast. Sin duda, tu Alexia fue un lujo para esa edición y su reconocimiento más que merecido.
Y en cuanto al texto… Jo, ni en un millón de años sería capaz de escribir algo así. No se puede escribir ni describir de manera más hermosa y certera en cada una de las metáforas lo que es el deseo. Habría que incluir este texto en la entrada «Deseo» de la RAE. Un texto que leído es una delicia, pero escuchado con tu voz es una experiencia que te alegra el día. Un fuerte abrazo!!
David, creo que es justo reconocer el gran trabajo que haces impulsando iniciativas literarias tan creativas. Has creado una comunidad muy dinámica y para mi ha sido un grato descubrimiento conoceros y poder interactuar con todos vosotros.
Con respecto al comentario que dejas de mi post, ¿qué puedo decir? Dar las gracias no siempre es suficiente para expresar gratitud, así que solo te diré que tus palabras también me han alegrado el día. Mucho.
Un fuerte abrazo compañero
Como dice David, no se puede describir de mejor manera lo que es el Deseo.
Y si encima lo trasmites con esa belleza….menudo placer!!
Gracias Rosa
Hay palabras todavía por crear, por inventar, porque algunas sensaciones resulta casi imposible describir. Al final el recurso de la metáfora es el que mejor nos lleva a esos paisajes tan sensoriales.
Un abrazo
Que preciosidad, de todo, Matilde. Primero te escuché, tu voz es dulce, acogedora, tiene un tono que me gusta, y bueno ,encantadísima de conocerte también por ese «color». Entrar aquí, es como entrar a un mundo de delicada pulcritud. Me encanta el espacio que has creado, tan acorde a tu sensibilidad para escribir tan bello.
La hermosura de tu texto, al igual que dice David, casi no puedo describir con palabras.
Se encendió la luna de deseo en cada una de tus letras.
Muy buena también la cita de Octavio Paz, hay días, que me gusta leer algo de él.
Te dejo mi admiración, un abrazo grande, y mis mejores deseos para un excelente finde;)
Mila me siento muy afortunada de tener gente como tú al otro lado, entendiendo y compartiendo emociones que, sin estar cerca, se palpan con la precisión que una desea. Es una conexión maravillosa. Gracias por escucharme y leerme, de verdad.
Mi admiración también por ti, por tu sensibilidad y tu facilidad de palabra.
Un abrazo
Muy hermoso. Haciendo gala de tu finura y sutileza, una vez más.
Intentaré oírte
Un beso
Gracias Nieves. Un abrazo