Palabras… ¡Silencio!
Voy a liberar las palabras en un valle de silencio, a salvo de las trampas de la rutina y del desgaste del tiempo; aisladas de esa vida que gira a veces desganada, siempre encadenadas a pensamientos que no callan, frustradas por la falta de precisión para expresar la anarquía creativa con acierto.
Tienen carta blanca para desahuciarse de mí, para abandonar los límites de mi incapacidad y buscar en nuevos horizontes la luz que adorne sus letras con mejor tiento. Es de justicia concederles libertad de albedrío, que reposen el hastío en otras tierras fértiles de inspiración, eximidas de una lealtad que no me deben, de cualquier compromiso de sometimiento.
Los párrafos desnudos de léxico camparán su ingravidez al sol, hospedados en un mundo indiferente al mensaje del que quizás se sientan forasteros. Un tiempo para zanganear sin florituras de escrituras, ni signos de puntuación, para sacudirse expresiones gastadas, embriagarse de fantasía y dejar que el instinto fluya generoso y espontáneo.
Un poco recelosa ha quedado la locuacidad, presumida siempre de su charlatanería y del estilo de su retórica, pero el pergamino también se ha tomado una prórroga, así que ella, y su prosopopeya, se han tumbado en un diván, y aunque quieren contar cuentos y lanzarse a divagar, sin la complicidad de las frases hechas, sin poder conjugar un verbo, no hay forma de mostrar elocuencia ni esgrimir ningún argumento.
Me he quedado a solas con mi voz, vacía de lenguaje, de narración y de parlamentos, esperando que un día regrese la palabra prendida en una fértil intuición que ilumine los recovecos donde aguardan, mudos, los sentimientos. Aprovecharé para no pensar, no hurgar en la piel ni bucear en los cimientos, mientras ellas hacen una cura de mediocridad, yo me beberé la luna, su magia será mi proyecto.
Y en ese valle de silencio las palabras aliviarán su carga emocional, se despojarán de su introspección, de la adictiva monotonía que las cubre de aburrimiento. Serán luciérnagas que juegan a brillar, que se encienden de nuevo conscientes de que vivían anocheciendo. Letras descansando de significado sentadas en la cornisa del sueño para cazar musas al vuelo, artistas en sesión de paz dibujando, sin más pretensiones, un abecedario al viento.
«Son mañosas las palabras, y rebeldes, y huidizas. No les gusta ser domesticadas. Domar una palabra (convertirla en un tópico), es acabar con ella».
ROSA MONTERO
Voy a liberar las palabras en un valle de silencio, a salvo de las trampas de la rutina y del desgaste del tiempo; aisladas de esa vida que gira a veces desganada, siempre encadenadas a pensamientos que no callan, frustradas por la falta de precisión para expresar la anarquía creativa con acierto.
Tienen carta blanca para desahuciarse de mí, para abandonar los límites de mi incapacidad y buscar en nuevos horizontes la luz que adorne sus letras con mejor tiento. Es de justicia concederles libertad de albedrío, que reposen el hastío en otras tierras fértiles de inspiración, eximidas de una lealtad que no me deben, de cualquier compromiso de sometimiento.
Los párrafos desnudos de léxico camparán su ingravidez al sol, hospedados en un mundo indiferente al mensaje del que quizás se sientan forasteros. Un tiempo para zanganear sin florituras de escrituras, ni signos de puntuación, para sacudirse expresiones gastadas, embriagarse de fantasía y dejar que el instinto fluya generoso y espontáneo.
Un poco recelosa ha quedado la locuacidad, presumida siempre de su charlatanería y del estilo de su retórica, pero el pergamino también se ha tomado una prórroga, así que ella, y su prosopopeya, se han tumbado en un diván, y aunque quieren contar cuentos y lanzarse a divagar, sin la complicidad de las frases hechas, sin poder conjugar un verbo, no hay forma de mostrar elocuencia ni esgrimir ningún argumento.
Me he quedado a solas con mi voz, vacía de lenguaje, de narración y de parlamentos, esperando que un día regrese la palabra prendida en una fértil intuición que ilumine los recovecos donde aguardan, mudos, los sentimientos. Aprovecharé para no pensar, no hurgar en la piel ni bucear en los cimientos, mientras ellas hacen una cura de mediocridad, yo me beberé la luna, su magia será mi proyecto.
Y en ese valle de silencio las palabras aliviarán su carga emocional, se despojarán de su introspección, de la adictiva monotonía que las cubre de aburrimiento. Serán luciérnagas que juegan a brillar, que se encienden de nuevo conscientes de que vivían anocheciendo. Letras descansando de significado sentadas en la cornisa del sueño para cazar musas al vuelo, artistas en sesión de paz dibujando, sin más pretensiones, un abecedario al viento.
«Son mañosas las palabras, y rebeldes, y huidizas. No les gusta ser domesticadas. Domar una palabra (convertirla en un tópico), es acabar con ella».
ROSA MONTERO
Aunque echaré de menos los jueves sin tus palabras, hay que descansar, cambiar de aires. Y a la vuelta aquí estaré, esperándote.
❤️
Gracias por tu fidelidad… Un abrazo
Feliz descanso. Feliz y merecido verano.
Volveremos a encontrarnos.
Gracias. Igualmente. Espero encontraros ahí a mi regreso. Un abrazo
«El instinto y su guerrero» Te sobran palabras para seguir plasmando cuando quieras, esas letras al vuelo que tú, alcanzas para darle vida.
Pero te entiendo, aunque este escrito es de hace algo más de un año, a las palabras, de vez en cuando hay que liberarlas para que nos traigan nuevas y hermosas fragancias. Querida Matilde, que forma tan bella de decir un «hasta pronto». Y tu voz, otro gran placer el escucharte. Eres un ser especial.
Deseo de todo corazón, que sigas avanzando con éxito en tu proyecto. No albergo duda, de que saldrás triunfante con lo que te propongas.
Vine a desearte un feliz verano, lo que queda, que aún es aprovechable.
Un abrazo enorme, querida Matilde.
Hola Mila
Eres un tesoro de descubrimiento. Siempre tan generosa en tus comentarios y tus atenciones.
Imposible no corresponderte deseándote lo mejor en este verano, que espero te ofrezca el descanso y el tiempo para ti que quieras dedicarte.
Espero que sigamos encontrándonos, querida amiga.
Un placer siempre tenerte por esta, tu casa.
Abrazo enorme
Matilde