San Valentín y la Edad de los Necesitados
Imagen de Peter H en Pixabay
Déjate de dulce angelito de ricitos de oro, San Valentín nunca fue semejante delincuente con ballesta… ¿Quién se invitó ese cuento? Ah, sí, nuestra educación judeo cristiana y sus imágenes bobaliconas para infantilizar el amor…
Pues me he enterado que el tal señor en realidad fue un sacerdote que en tiempos del Imperio Romano casaba en secreto a los jóvenes desafiando al emperador que había prohibido dichos casamientos. Ya ves, muy terrenal al fin y al cabo. No sé si hoy lo permitiría el Papa. Poca broma, al pobre hombre le costó la vida, precisamente ese día, un 14 de febrero del año 270 fue ejecutado.
Y ya que hablamos de Papas, fue un tal Gelasio I quien designó dos siglos después que la susodicha fecha fuera San Valentín; se añadió al calendario litúrgico y permaneció por los siglos de los siglos… Hasta 1969, cuando el Concilio Vaticano II dijo ¡Ya es suficiente! Y eliminó la festividad… Pero, por favor, ya nos lo habíamos merendado durante toda la Edad Antigua, la Media y la Moderna, que a un señor tan longevo no se le olvida así como así… De modo que ya no viste santidad pero sigue con nosotros….amén.
En todo caso, ha llegado muy estropeado a los tiempos actuales. Se nota que soporta muchas centurias a cuestas y la edad contemporánea, definitivamente, le ha dejado en los huesos.
Hasta no hace nada llevaba El Corte Inglés en la mochila, y no valía nada sin un Chanel de al menos dos ceros en el apellido. Cuando las cosas empezaron a torcerse, el marketing introdujo los Ferrero Rocher como mal menor, o quizás una colonia del Zara… Ahora si trae un paquete de lentejas es para desmelenarse de excitación (y que conste que no me pagan la publicidad).
En compensación San Valentín ha hecho un curso de reciclaje avanzado, o acelerado, no sé muy bien. Ha sustituido su capa santoral por una tableta de marca blanca y una varita de prestidigitador, y se presenta como adalid aventajado de la tecnología 5G. En un pis pas te abre una aplicación y te da las coordenadas concretas de alguien cerca “disponible”, y es que por mucha crisis que haya él sabe que el móvil es un artículo de primera necesidad que todos llevamos en la chaqueta. ¡Vamos! Que se ha hecho con nuestras armas y nos ofrece un amor edulcorado versión, aquí te pillo aquí te mato, y si me gusta quedamos a ver si nos enamoramos y todo. Si no, alegría para el cuerpo y hasta otro rato. No nos vamos a deprimir por eso.
Para qué nos vamos a engañar, el amor es un valor en caída libre y San Valentín, que está curado de espanto y sabe más por viejo que por diablo, lleva ya casi un año urdiendo un plan de emergencia, justo lo que está durando esta pandemia que tarda en extinguirse. Parece que se anuncia una nueva era de romanticismo ciego, de desenfreno sin recato, una epopeya que Valentín, sin cortarse un pelo, ya ha bautizado como la Edad de los Necesitados.
¡Habrá que estar preparados…!
Imagen de Peter H en Pixabay
Déjate de dulce angelito de ricitos de oro, San Valentín nunca fue semejante delincuente con ballesta… ¿Quién se invitó ese cuento? Ah, sí, nuestra educación judeo cristiana y sus imágenes bobaliconas para infantilizar el amor…
Pues me he enterado que el tal señor en realidad fue un sacerdote que en tiempos del Imperio Romano casaba en secreto a los jóvenes desafiando al emperador que había prohibido dichos casamientos. Ya ves, muy terrenal al fin y al cabo. No sé si hoy lo permitiría el Papa. Poca broma, al pobre hombre le costó la vida, precisamente ese día, un 14 de febrero del año 270 fue ejecutado.
Y ya que hablamos de Papas, fue un tal Gelasio I quien designó dos siglos después que la susodicha fecha fuera San Valentín; se añadió al calendario litúrgico y permaneció por los siglos de los siglos… Hasta 1969, cuando el Concilio Vaticano II dijo ¡Ya es suficiente! Y eliminó la festividad… Pero, por favor, ya nos lo habíamos merendado durante toda la Edad Antigua, la Media y la Moderna, que a un señor tan longevo no se le olvida así como así… De modo que ya no viste santidad pero sigue con nosotros….amén.
En todo caso, ha llegado muy estropeado a los tiempos actuales. Se nota que soporta muchas centurias a cuestas y la edad contemporánea, definitivamente, le ha dejado en los huesos.
Hasta no hace nada llevaba El Corte Inglés en la mochila, y no valía nada sin un Chanel de al menos dos ceros en el apellido. Cuando las cosas empezaron a torcerse, el marketing introdujo los Ferrero Rocher como mal menor, o quizás una colonia del Zara… Ahora si trae un paquete de lentejas es para desmelenarse de excitación (y que conste que no me pagan la publicidad).
En compensación San Valentín ha hecho un curso de reciclaje avanzado, o acelerado, no sé muy bien. Ha sustituido su capa santoral por una tableta de marca blanca y una varita de prestidigitador, y se presenta como adalid aventajado de la tecnología 5G. En un pis pas te abre una aplicación y te da las coordenadas concretas de alguien cerca “disponible”, y es que por mucha crisis que haya él sabe que el móvil es un artículo de primera necesidad que todos llevamos en la chaqueta. ¡Vamos! Que se ha hecho con nuestras armas y nos ofrece un amor edulcorado versión, aquí te pillo aquí te mato, y si me gusta quedamos a ver si nos enamoramos y todo. Si no, alegría para el cuerpo y hasta otro rato. No nos vamos a deprimir por eso.
Para qué nos vamos a engañar, el amor es un valor en caída libre y San Valentín, que está curado de espanto y sabe más por viejo que por diablo, lleva ya casi un año urdiendo un plan de emergencia, justo lo que está durando esta pandemia que tarda en extinguirse. Parece que se anuncia una nueva era de romanticismo ciego, de desenfreno sin recato, una epopeya que Valentín, sin cortarse un pelo, ya ha bautizado como la Edad de los Necesitados.
¡Habrá que estar preparados…!
¡Hola, Matilde! Es que lo «2.0» está llegando a todo, incluso a San Valentín. Amor, Felicidad… son conceptos un tanto perversos. Ideales que en realidad dicen más en abstracto que en lo concreto y que suelen mortificar cuando «se buscan» y pasar inadvertidos en el día a día. Son casi objeto de consumo en esta época en la que «no hay excusa» para no ser feliz o estar enamorado las 24 h del día. Se crea la necesidad y de inmediato el producto para satisfacerla, como las enfermedades que las farmacéuticas se inventan para dar salidas a sus productos. Lo mejor siempre será centrarse en lo que uno, realmente, desea y si es así intentar conseguirlo. Un abrazo!!
Así es. No hay excusa para no ser feliz y si no tienes esta necesidad yo te la creo de inmediato. Vivimos anclados un poco en lo absurdo y he tratado de reírme de ello.
Gracias por tu comentario David. Siempre un placer verte por aquí.
Un abrazo
“Nunca te acostarás , sin saber algo nuevo”….
Si no aprendiéramos algo nuevo cada día tendríamos encefalograma plano… je, je
Gracias por pasarte por aquí Rosa
Hola, Matile.
Qué bueno. Gracias por traer toda esta información, que por mi parte desconocía totalmente. Vivimos en una época consumista, hasta el amor escala en precio. Y eso hace que todo vínculo emocional se desajuste y ofusque por otras necesidades de rápida caducidad. Me ha gustado mucho leerte con ese tono irónico que destilan tus letras, y lo bien documentado que está. Excelente.
Un abrazo.
Muchas gracias Irene
Como le comento a David he tratado de reírme un poco de todas esas necesidades que nos creamos y de cómo el mercado juega con nuestros sentimientos y emociones.
Me alegra que te haya gustado.
Un abrazo