Sed de Sol

por | May 21, 2020 | Blog | 10 Comentarios

Sed de Sol

Imagen de Pixabay

Me llama el sol a gritos desde el refugio donde escondía su hálito dorado. Se desnuda sobre mi piel y con sus dedos de hormiguita despierta un latido somnoliento y despeinado.  ¡Vaya pelos!, se divierte insolente mientras dibuja sombras inquietantes que corretean por el asfalto. Entré en modo “ahorro energía” cuando tu ausencia se hizo bruma y dejaste un mar de dudas de regalo.

El tiempo, sin noticias tuyas, se disfrazó de olvido, y vagabundeaba huérfano por las calles, perdido en la afonía de sus vecinos.  Solo la lluvia le devolvía la conciencia cuando lo empapaba de nostalgia mientras repiqueteaba su chasquido en los tejados. Fueron días de relojes perezosos, de voces atragantadas y de silencios suspendidos.  Envolvimos el dolor en un abrigo de invierno mientras fuera, la primavera, recitaba versos en solitario.

Regresa el astro rey ahora y trae consigo un fondo de  armario con todas las tendencias en su mano. Calor sedante con pespuntes de oxígeno para neutralizar los nervios, y energía vigorosa con tul de silbidos para la indolencia y el hastío. Se desliza por la puerta de la tristeza y con tiento seca cicatrices escritas sobre tantos daños, dejando la semilla de un tiempo nuevo para que crezca fértil en las macetas de todos los barrios.

Despliega su cálido desafío y burbujea espiritoso alentado por la palidez de mis sentidos. Sabe que tengo sed de sol, que mi alma tiene ojeras y anhela columpiarse en los primeros rayos.  Atendiendo a mi reclamo envía nubes de verano a mis ojos, que se amusgan sin entender a qué viene esa luz de sierra, prendida de melancolía, en pleno mes de mayo. En su espléndida lumbre también viaja el otoño que se fue y el mes de abril que, alguien dijo, nos habían robado.

Hoy el sol renace desinhibido, se llena de memoria, de presente y pasado. Su luz resbala tierna en mi cintura y trepa con dulzura para cosquillearme historias al oído. En su estremecedor tránsito ha puesto en guardia a la luna que, deslumbrada, se ha despertado; y en ese albor luminoso y prohibido el tiempo, que andaba errante, ha recuperado su cadencia, ha dejado atrás su disfraz de olvido, y camina de nuevo a nuestro lado.

 «Yo sé que las nubes duran solo un momento, y que el Sol es para toda la vida«.

Rabindranath TAGORE

 

Sed de Sol

Imagen de Pixabay

Me llama el sol a gritos desde el refugio donde escondía su hálito dorado. Se desnuda sobre mi piel y con sus dedos de hormiguita despierta un latido somnoliento y despeinado.  ¡Vaya pelos!, se divierte insolente mientras dibuja sombras inquietantes que corretean por el asfalto. Entré en modo “ahorro energía” cuando tu ausencia se hizo bruma y dejaste un mar de dudas de regalo.

El tiempo, sin noticias tuyas, se disfrazó de olvido, y vagabundeaba huérfano por las calles, perdido en la afonía de sus vecinos.  Solo la lluvia le devolvía la conciencia cuando lo empapaba de nostalgia mientras repiqueteaba su chasquido en los tejados. Fueron días de relojes perezosos, de voces atragantadas y de silencios suspendidos.  Envolvimos el dolor en un abrigo de invierno mientras fuera, la primavera, recitaba versos en solitario.

Regresa el astro rey ahora y trae consigo un fondo de  armario con todas las tendencias en su mano. Calor sedante con pespuntes de oxígeno para neutralizar los nervios, y energía vigorosa con tul de silbidos para la indolencia y el hastío. Se desliza por la puerta de la tristeza y con tiento seca cicatrices escritas sobre tantos daños, dejando la semilla de un tiempo nuevo para que crezca fértil en las macetas de todos los barrios.

Despliega su cálido desafío y burbujea espiritoso alentado por la palidez de mis sentidos. Sabe que tengo sed de sol, que mi alma tiene ojeras y anhela columpiarse en los primeros rayos.  Atendiendo a mi reclamo envía nubes de verano a mis ojos, que se amusgan sin entender a qué viene esa luz de sierra, prendida de melancolía, en pleno mes de mayo. En su espléndida lumbre también viaja el otoño que se fue y el mes de abril que, alguien dijo, nos habían robado.

Hoy el sol renace desinhibido, se llena de memoria, de presente y pasado. Su luz resbala tierna en mi cintura y trepa con dulzura para cosquillearme historias al oído. En su estremecedor tránsito ha puesto en guardia a la luna que, deslumbrada, se ha despertado; y en ese albor luminoso y prohibido el tiempo, que andaba errante, ha recuperado su cadencia, ha dejado atrás su disfraz de olvido, y camina de nuevo a nuestro lado.

 «Yo sé que las nubes duran solo un momento, y que el Sol es para toda la vida«.

Rabindranath TAGORE

 

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Matilde Bello

Matilde Bello

Periodista y escritora

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