Sed de Sol
Imagen de Pixabay
Me llama el sol a gritos desde el refugio donde escondía su hálito dorado. Se desnuda sobre mi piel y con sus dedos de hormiguita despierta un latido somnoliento y despeinado. ¡Vaya pelos!, se divierte insolente mientras dibuja sombras inquietantes que corretean por el asfalto. Entré en modo “ahorro energía” cuando tu ausencia se hizo bruma y dejaste un mar de dudas de regalo.
El tiempo, sin noticias tuyas, se disfrazó de olvido, y vagabundeaba huérfano por las calles, perdido en la afonía de sus vecinos. Solo la lluvia le devolvía la conciencia cuando lo empapaba de nostalgia mientras repiqueteaba su chasquido en los tejados. Fueron días de relojes perezosos, de voces atragantadas y de silencios suspendidos. Envolvimos el dolor en un abrigo de invierno mientras fuera, la primavera, recitaba versos en solitario.
Regresa el astro rey ahora y trae consigo un fondo de armario con todas las tendencias en su mano. Calor sedante con pespuntes de oxígeno para neutralizar los nervios, y energía vigorosa con tul de silbidos para la indolencia y el hastío. Se desliza por la puerta de la tristeza y con tiento seca cicatrices escritas sobre tantos daños, dejando la semilla de un tiempo nuevo para que crezca fértil en las macetas de todos los barrios.
Despliega su cálido desafío y burbujea espiritoso alentado por la palidez de mis sentidos. Sabe que tengo sed de sol, que mi alma tiene ojeras y anhela columpiarse en los primeros rayos. Atendiendo a mi reclamo envía nubes de verano a mis ojos, que se amusgan sin entender a qué viene esa luz de sierra, prendida de melancolía, en pleno mes de mayo. En su espléndida lumbre también viaja el otoño que se fue y el mes de abril que, alguien dijo, nos habían robado.
Hoy el sol renace desinhibido, se llena de memoria, de presente y pasado. Su luz resbala tierna en mi cintura y trepa con dulzura para cosquillearme historias al oído. En su estremecedor tránsito ha puesto en guardia a la luna que, deslumbrada, se ha despertado; y en ese albor luminoso y prohibido el tiempo, que andaba errante, ha recuperado su cadencia, ha dejado atrás su disfraz de olvido, y camina de nuevo a nuestro lado.
«Yo sé que las nubes duran solo un momento, y que el Sol es para toda la vida«.
Rabindranath TAGORE
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Me llama el sol a gritos desde el refugio donde escondía su hálito dorado. Se desnuda sobre mi piel y con sus dedos de hormiguita despierta un latido somnoliento y despeinado. ¡Vaya pelos!, se divierte insolente mientras dibuja sombras inquietantes que corretean por el asfalto. Entré en modo “ahorro energía” cuando tu ausencia se hizo bruma y dejaste un mar de dudas de regalo.
El tiempo, sin noticias tuyas, se disfrazó de olvido, y vagabundeaba huérfano por las calles, perdido en la afonía de sus vecinos. Solo la lluvia le devolvía la conciencia cuando lo empapaba de nostalgia mientras repiqueteaba su chasquido en los tejados. Fueron días de relojes perezosos, de voces atragantadas y de silencios suspendidos. Envolvimos el dolor en un abrigo de invierno mientras fuera, la primavera, recitaba versos en solitario.
Regresa el astro rey ahora y trae consigo un fondo de armario con todas las tendencias en su mano. Calor sedante con pespuntes de oxígeno para neutralizar los nervios, y energía vigorosa con tul de silbidos para la indolencia y el hastío. Se desliza por la puerta de la tristeza y con tiento seca cicatrices escritas sobre tantos daños, dejando la semilla de un tiempo nuevo para que crezca fértil en las macetas de todos los barrios.
Despliega su cálido desafío y burbujea espiritoso alentado por la palidez de mis sentidos. Sabe que tengo sed de sol, que mi alma tiene ojeras y anhela columpiarse en los primeros rayos. Atendiendo a mi reclamo envía nubes de verano a mis ojos, que se amusgan sin entender a qué viene esa luz de sierra, prendida de melancolía, en pleno mes de mayo. En su espléndida lumbre también viaja el otoño que se fue y el mes de abril que, alguien dijo, nos habían robado.
Hoy el sol renace desinhibido, se llena de memoria, de presente y pasado. Su luz resbala tierna en mi cintura y trepa con dulzura para cosquillearme historias al oído. En su estremecedor tránsito ha puesto en guardia a la luna que, deslumbrada, se ha despertado; y en ese albor luminoso y prohibido el tiempo, que andaba errante, ha recuperado su cadencia, ha dejado atrás su disfraz de olvido, y camina de nuevo a nuestro lado.
«Yo sé que las nubes duran solo un momento, y que el Sol es para toda la vida«.
Rabindranath TAGORE
SOL, ESPERANZA…siempre está ahí ,como tú, para dar calor a nuestra Alma.
Mati eres un Sol ❤
Las buenas vibraciones que transmite el Sol son insustituibles… y gratis… de momento
Bendito Sol que equilibra tu deseosa feminidad Luna! La completa.
Gracias.
Un cúmulo de sensaciones hermosas que nos trae la luz de Esa gran estrella que nos lleva al despertar de una vida llena de luz , paz e ilusiones sin fin.
Un beso
Matilde…has transformado un actividad tan cotidiana como el salir a caminar en una hermosa Historia de Amor entre el Sol y Tu.
¡Cuánta Magia tienes en tu Voz que va tomando forma en tus Palabras!
Gracias! Un abrazo de Luz desde Argentina.
Muchísimas gracias Norma. Me alegra que me escuches y que puedas viajar a tu propio territorio emocional con mis palabras. Y gracias por traerme la Luz de Argentina. Estoy haciendo una bonita comunidad en ese país. Un abrazo
Hola, Matilde. Un bello texto de prosa poética en el que metafóricamente reinicias esa relación de amor entre el Sol y nosotros tras este período de separación. El Sol siempre será nuestro dador de vida; y la Luna nuestra confidente para soñar. Saludos!
“El sol nunca es tan hermoso como cuando de día nos pone en el camino.” Esta frase del escritor francés Jean Giono resume muy bien cómo nos activa y reconstruye el Sol Gracias por tu comentario
Muy lindo, «otra buena opción sería hacer una analogía e sol con la yema de huevo (amarilla) y la clara con el cielo despejado». Te dejo otro posibilidad que publique hace tiempo sobre el sol (El rey sin corona del «libro solidario Crónicas de la Última Frontera«):
–
El sol nunca ha podido ser
el astro rey.
Al menos,
a su manera.
Acostumbrado a mirar
desde arriba,
ha copiado algunas tradiciones
de la Tierra.
Desde siempre,
el hijo ha imitado a la madre.
Al comienzo del año platónico,
siempre repite en su empeño.
Sobre su cabeza
coloca una corona
del color de su yema.
Una semana después,
se ha derretido.
Simple oro,
deshaciéndose como un castillo de arena.
Más bien una guirnalda fundida
que deja una marca.
Una simple diadema dorada
que no es soberana.
–
Abrazos!!!
Gracias por tu aportación