Tengo un abrazo escondido

por | Nov 14, 2019 | Blog | 7 Comentarios

Foto: Eric Kilby 

Déjame decirte que tengo un abrazo escondido; es eterno, gratis, no tiene número de serie ni requiere acuse de recibo. Sabe a gominolas de fresa y a palomitas de maíz, se baña desnudo todas las mañanas en las gotas del rocío para ofrecerse lozano, sin condiciones, como un barco en busca de su puerto que guiado por el faro, se deja seducir.

Es eterno porque palpita con la lumbre de miles de soles a pleno mediodía, crece incandescente, busca un destinatario donde vaciar su calor, donde intercambiar energía, y en ese mismo instante, previo a la fusión, de sus brasas llameantes saltan las chispas de un nuevo abrazo que inicia una nueva canción.

Es gratis porque sus ingredientes son impagables. Lleva mordisquitos de miel para endulzar nubarrones espesos, océanos sin sal que apagan la sed y se desbordan en el desierto, pellizquitos de luna que serenan la sangre alterada por la primavera y remansos de paz donde caen rendidas las malas vibraciones para convertirse en notas musicales con una nueva letra.

No tiene número de serie como tampoco tiene nombre, ni etiquetas; si ha llegado hasta ti el abrazo es tuyo, te pertenece, si hay reciprocidad me habré ganado el mío de vuelta. En su ADN hay una corriente de cariño que actúa como un calambrazo, entra por la piel suave, meloso, caliente y hace un barrido completo de un chispazo.

Atiende porque no exige acuse de recibo, pero el abrazo es un gesto sensible que hará de su dulce verano un invierno si lo recibes con un muro defensivo. Gana enteros si aprietas bien fuerte, si en el achuchón añades un baile donde mecerte, si te olvidas de respirar confiado, porque quien te sujeta inspira en ese momento por ti, acuna tu vida en sus manos.

Déjame decirte que tengo un abrazo escondido que asalta fronteras  y desea ser invadido. Que en su abrigo hay un hogar, un regreso, mil recuerdos, un te quiero y un me quedo contigo. Que camina con los brazos abiertos exultante de paz, sediento de emociones, ansiando ese instante mágico en que se detiene el tiempo y se sincronizan nuestros corazones.

“Si te abrazo más fuerte nos vamos a dar la espalda”
Groucho Marx 

 

 

Foto: Eric Kilby 

Déjame decirte que tengo un abrazo escondido; es eterno, gratis, no tiene número de serie ni requiere acuse de recibo. Sabe a gominolas de fresa y a palomitas de maíz, se baña desnudo todas las mañanas en las gotas del rocío para ofrecerse lozano, sin condiciones, como un barco en busca de su puerto que guiado por el faro, se deja seducir.

Es eterno porque palpita con la lumbre de miles de soles a pleno mediodía, crece incandescente, busca un destinatario donde vaciar su calor, donde intercambiar energía, y en ese mismo instante, previo a la fusión, de sus brasas llameantes saltan las chispas de un nuevo abrazo que inicia una nueva canción.

Es gratis porque sus ingredientes son impagables. Lleva mordisquitos de miel para endulzar nubarrones espesos, océanos sin sal que apagan la sed y se desbordan en el desierto, pellizquitos de luna que serenan la sangre alterada por la primavera y remansos de paz donde caen rendidas las malas vibraciones para convertirse en notas musicales con una nueva letra.

No tiene número de serie como tampoco tiene nombre, ni etiquetas; si ha llegado hasta ti el abrazo es tuyo, te pertenece, si hay reciprocidad me habré ganado el mío de vuelta. En su ADN hay una corriente de cariño que actúa como un calambrazo, entra por la piel suave, meloso, caliente y hace un barrido completo de un chispazo.

Atiende porque no exige acuse de recibo, pero el abrazo es un gesto sensible que hará de su dulce verano un invierno si lo recibes con un muro defensivo. Gana enteros si aprietas bien fuerte, si en el achuchón añades un baile donde mecerte, si te olvidas de respirar confiado, porque quien te sujeta inspira en ese momento por ti, acuna tu vida en sus manos.

Déjame decirte que tengo un abrazo escondido que asalta fronteras  y desea ser invadido. Que en su abrigo hay un hogar, un regreso, mil recuerdos, un te quiero y un me quedo contigo. Que camina con los brazos abiertos exultante de paz, sediento de emociones, ansiando ese instante mágico en que se detiene el tiempo y se sincronizan nuestros corazones.

“Si te abrazo más fuerte nos vamos a dar la espalda”
Groucho Marx 

 

 

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Matilde Bello

Matilde Bello

Periodista y escritora

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