Todo va a mejorar, libro póstumo de Grandes
Vaya por delante que es una de mis escritoras fetiche, referentes, y cuantos calificativos se te ocurran para expresar mi admiración más sincera, sin embargo, la obra póstuma de Almudena Grandes, no me ha convencido. No he conectado.
“Todo va a mejorar” es una novela distópica que recoge en su argumento uno de esos sueños húmedos propugnados en algunos círculos de las más altas esferas del empresariado, no solo de este país, de todos aquellos que consideran que la gestión de un Estado y las decisiones de su Consejo de Ministros debiera hacerse al modo de un consejo de administración.
Bajo esta premisa, con el telón de fondo de sucesivas y supuestas pandemias, y con la excusa de un “gran apagón” que deja a los ciudadanos sin acceso a internet, desconectados del mundo, (¿te suena?) el nuevo partido político, Movimiento Ciudadano ¡Soluciones Ya! arrasa en las elecciones y se hace con las riendas del país. Al mando, El Gran Capitán, que viene a ser como el mandamás de Zara o el CEO de Repsol, quien dirige en la sombra a todos sus ministros y al presidente del gobierno como los muñecos de la inolvidable Mari Carmen.
Lo que parecía el elixir de la perfecta estabilidad no es más que un cúmulo de despropósitos para tener controlada a la población, a la que se narcotiza con una felicidad obligatoria, un acceso ilimitado a un consumo enfervorecido, terapias y acciones para que la gente no esté sola, y otras consignas destartaladas y surrealistas que solo sirven para camuflar el totalitarismo con que son gobernados y la absoluta falta de libertad que los ciudadanos tienen para tomar sus propias decisiones.
Hasta aquí el hilo argumental, brillante en su arquitectura narrativa, como suele ser habitual en Almudena Grandes que siempre crea universos de perfecto engranaje para que cada pieza vaya encajando sin chirriar. Impecable, asimismo, la composición de sus personajes, cuyo desarrollo me ha parecido magnífico dado que se trata de una obra coral con muchísimos perfiles.
Sin embargo, y a pesar de que el estilo y la ambición moral de Grandes es un distintivo inapelable en la narración, la historia no me ha hecho vibrar, como sí me ha pasado con el resto de las novelas que he leído de ella. No he conectado. Así de sencillo. Y no tiene nada que ver el hecho de que haya sido en formato audiolibro como he accedido a este título, también lo fue “La madre de Frankestein” y ese libro me tiene enamorada. El debate del audiolibro, si quieres, lo dejamos para otro día.
En mi caso me temo que la temática de esa distopía tan factible y realista no me ha calado por desidia, más que otra cosa. Me la creía, pero me resultaba ajena. Era como estar viendo una película en la que alguien no deja de repetirte machaconamente que se trata de ciencia ficción. Tal vez el verano me tenía en mi propia nube distópica, poco permeable a amenazantes futuribles, por muy reales que parezcan. El hecho es que en muchos tramos me he aburrido bastante. Y eso ha delatado mi desinterés. Espero que nuestra Almudena sea indulgente con mi desapasionada implicación en su última novela.
Imprescindible, eso sí, la nota final escrita por su marido, Luis García Montero, también autor del último capítulo de este libro por razones obvias, y que cuenta las circunstancias en las que Grandes escribió esta obra, en plena pandemia, y cómo quiso enfatizar el hecho de que el desprestigio político nos lleva a confrontar, a veces de forma irracional, temas como libertad y cuidados; libertad individual y derechos colectivos.
El poeta nos desvela, además, la técnica, el rigor y la disciplina con que afrontaba la tarea de escribir Almudena Grandes, y de cómo su vocación le ayudó a sobrellevar ese cáncer maldito que dejó inacabada la obra “Mariano y el Bidasoa” sexta novela de los Episodios de una guerra interminable y que yo, egoístamente, hubiera preferido leer. No obstante, comprendo perfectamente que aquella inconcebible realidad que nos aplastó durante la pandemia dio pie a la escritora a nuevas reflexiones que plasmó en este «Todo va a mejorar».
García Montero comparte la última columna que Grandes publicó en El País, donde dijo: “La escritura es mi vida, y nunca lo ha sido tanto ni tan intensamente como ahora”.
Siempre a tus pies, Almudena.
Vaya por delante que es una de mis escritoras fetiche, referentes, y cuantos calificativos se te ocurran para expresar mi admiración más sincera, sin embargo, la obra póstuma de Almudena Grandes, no me ha convencido. No he conectado.
“Todo va a mejorar” es una novela distópica que recoge en su argumento uno de esos sueños húmedos propugnados en algunos círculos de las más altas esferas del empresariado, no solo de este país, de todos aquellos que consideran que la gestión de un Estado y las decisiones de su Consejo de Ministros debiera hacerse al modo de un consejo de administración.
Bajo esta premisa, con el telón de fondo de sucesivas y supuestas pandemias, y con la excusa de un “gran apagón” que deja a los ciudadanos sin acceso a internet, desconectados del mundo, (¿te suena?) el nuevo partido político, Movimiento Ciudadano ¡Soluciones Ya! arrasa en las elecciones y se hace con las riendas del país. Al mando, El Gran Capitán, que viene a ser como el mandamás de Zara o el CEO de Repsol, quien dirige en la sombra a todos sus ministros y al presidente del gobierno como los muñecos de la inolvidable Mari Carmen.
Lo que parecía el elixir de la perfecta estabilidad no es más que un cúmulo de despropósitos para tener controlada a la población, a la que se narcotiza con una felicidad obligatoria, un acceso ilimitado a un consumo enfervorecido, terapias y acciones para que la gente no esté sola, y otras consignas destartaladas y surrealistas que solo sirven para camuflar el totalitarismo con que son gobernados y la absoluta falta de libertad que los ciudadanos tienen para tomar sus propias decisiones.
Hasta aquí el hilo argumental, brillante en su arquitectura narrativa, como suele ser habitual en Almudena Grandes que siempre crea universos de perfecto engranaje para que cada pieza vaya encajando sin chirriar. Impecable, asimismo, la composición de sus personajes, cuyo desarrollo me ha parecido magnífico dado que se trata de una obra coral con muchísimos perfiles.
Sin embargo, y a pesar de que el estilo y la ambición moral de Grandes es un distintivo inapelable en la narración, la historia no me ha hecho vibrar, como sí me ha pasado con el resto de las novelas que he leído de ella. No he conectado. Así de sencillo. Y no tiene nada que ver el hecho de que haya sido en formato audiolibro como he accedido a este título, también lo fue “La madre de Frankestein” y ese libro me tiene enamorada. El debate del audiolibro, si quieres, lo dejamos para otro día.
En mi caso me temo que la temática de esa distopía tan factible y realista no me ha calado por desidia, más que otra cosa. Me la creía, pero me resultaba ajena. Era como estar viendo una película en la que alguien no deja de repetirte machaconamente que se trata de ciencia ficción. Tal vez el verano me tenía en mi propia nube distópica, poco permeable a amenazantes futuribles, por muy reales que parezcan. El hecho es que en muchos tramos me he aburrido bastante. Y eso ha delatado mi desinterés. Espero que nuestra Almudena sea indulgente con mi desapasionada implicación en su última novela.
Imprescindible, eso sí, la nota final escrita por su marido, Luis García Montero, también autor del último capítulo de este libro por razones obvias, y que cuenta las circunstancias en las que Grandes escribió esta obra, en plena pandemia, y cómo quiso enfatizar el hecho de que el desprestigio político nos lleva a confrontar, a veces de forma irracional, temas como libertad y cuidados; libertad individual y derechos colectivos.
El poeta nos desvela, además, la técnica, el rigor y la disciplina con que afrontaba la tarea de escribir Almudena Grandes, y de cómo su vocación le ayudó a sobrellevar ese cáncer maldito que dejó inacabada la obra “Mariano y el Bidasoa” sexta novela de los Episodios de una guerra interminable y que yo, egoístamente, hubiera preferido leer. No obstante, comprendo perfectamente que aquella inconcebible realidad que nos aplastó durante la pandemia dio pie a la escritora a nuevas reflexiones que plasmó en este «Todo va a mejorar».
García Montero comparte la última columna que Grandes publicó en El País, donde dijo: “La escritura es mi vida, y nunca lo ha sido tanto ni tan intensamente como ahora”.
Siempre a tus pies, Almudena.
Hola, Matilde. Pues fíjate que me ha pasado lo mismo. Me encanta Almudena Grandes y esta novela que he leído hace muy poco me ha resultado muy fría. La estructura es perfecta, como dices, pero le falta ese puntito de emoción que ella conseguía siempre tan bien. Qué lástima que la serie de los episodios quedara inacabada, sí, y qué gran autora hemos perdido.
Hola, Marta
Es el término exacto. Fría. La historia es como si no terminara de transmitir todo lo que ella quiso o, mejor dicho, quizás no he sabido interpretarla con el sentido y la pasión que ella la escribió. En todo caso, nos queda su inmenso talento patente en el resto de su bibliografía.
Muchísimas gracias, Marta
Excelente artículo, Almudena grande era una gran escritora. Gracias Maite. Un abrazo
Una de mis referentes, sin duda, aunque este título no terminara de convencerme.
Gracias María Pilar
Hola, Matilde, leí este libro en cuanto salió publicado. Almudena Grandes es una autora que me gusta leer. No he hecho reseña de este libro, pero, siendo muy diferente a todo lo que había escrito antes, yo si logré entrar en materia y no dejarlo hasta el final. Es verdad que me dije que no era la obra a publicar, tal cual, de Almudena. Ella le habría dado otra vuelta si hubiera podido. Se le notan demasiado las costuras. Y lo que ya me descolocó fue el séptimo y último capítulo. Demasiada ruptura con todo lo anterior, en estilo, narrativa, fiesta y jolgorio. Ya sé que Luís Garía Montero, su marido, recogió el testigo siguiendo sus directrices. Hizo lo que pudo, pero en narrativa. no es ella.
Un abrazo!
Hola, Maria Pilar,
Efectivamente, el último capítulo adolece del sello Grandes, se nota en el ritmo y en los matices. No obstante, mi problema es que no conecté con la historia y mira que está bien parida y es creíble, pero me resultó totalmente ajena. Menos mal que tengo títulos a rabiar para recrearme en mi admirada Almudena.
Gracias por pasarte.
Un abrazo