Alexia
Imagen PxHere
—¡Si no te cortas el pelo olvídate de la paga!
Álvaro desplazaba los guisantes de un lado a otro del plato creando figuritas geométricas con el tenedor, como si no estuviera conforme con esa disposición desparramada sin ton ni son.
—¿Estás escuchando lo que te digo?
—Si papá —dijo, mirando circunspecto a su padre—, o me corto el pelo, o me cortas las alas.
—«O me corto el pelo, o me cortas las alas» —se burló su padre aflautando la voz con retintín, para acto seguido cambiar el tono a otro mucho más imperativo y categórico:
—¡Pues espero que sea antes de… —un plato de sopa, servido con premeditada contundencia por su mujer, lo interrumpía con un golpe seco que venía a decir: ¡ya es suficiente! Madre e hijo intercambiaron un gesto de complicidad y Álvaro se levantó de la mesa.
Prefería el silencio de su habitación a las insustanciales conversaciones con su familia. Eso cuando tenía suerte, porque si su padre decidía condimentar las comidas con el juego perverso de meterse con él ya no había forma de escabullirse. Ser el blanco de sus insidiosos dardos resultaba desesperadamente irritante. Cuando no era el pelo, eran las pintas, y si no la actitud, y si no la forma de hablar, o de reír o de respirar. Así que, para qué contestar —pensaba—. Aquí por lo menos me evito la decepción de sus ojos cada vez que me mira.
En realidad, Álvaro buscaba la soledad de su cuarto para desmenuzar con suavidad el recuerdo inmutable de Alexia. Para regresar a la noche que ella irrumpió con sus ojos oscuros comiéndose el mundo, comiéndoselo a él, de hecho, dejando en su tediosa existencia un intenso perfume omnipresente.
Se había enamorado de su naturalidad y su desparpajo, de aquella desinhibida forma de marcar territorio por el mero hecho de caminar al abordaje sobre sus botas militares. No es que fuera especialmente guapa, pero suplía con creces la discreción de su cuerpo desgarbado y flacucho con una mirada franca, sin dobleces, y con un punto de sensualidad que daban ganas de mudarse allí para siempre. El sol parecía estar enfurruñado con aquel rostro deslavado, pero daba igual, porque ella brillaba con luz propia gracias a esa boca, descarada y de carcajada fácil, que jugaba a la provocación sirviéndose de una locuacidad arrolladora.
En apenas unas horas Alexia había conseguido rescatarlo de las mil y una estupideces que le acosaban a diario. Le dejó esa sensación tan familiar de que la conocía de toda la vida, provocándole un estado de euforia adictivo por el que iba a buscarla una y otra vez. Confiaba en que el destino volviera a lanzar los dados a su favor y surgiera una nueva oportunidad, si no, tendría que pensar algo para forzar la providencia, porque lo que tenía claro era que necesitaba a Alexia en su vida.
Álvaro miraba por la ventana el atardecer que avanzaba sobre los edificios dejando un rastro metálico en las fachadas. Le dio la espalda a ese diciembre perezoso y fijó la vista en una foto suya de cuando tenía seis años. Sonreía abiertamente, como solo lo hacen los niños en esa deliciosa etapa en que los monstruos son merendados por la inocencia. Junto a ese retazo de su infancia asomaba el único trofeo que había ganado en sus 18 años, una especie de árbol del conocimiento que le dieron a los 14 como vencedor del Concurso Interescolar de Scrabble. Ya en el extremo de la estantería la saga «Harry Potter» guardaba sus secretos en un estuche que su madre tuvo el acierto de regalarle tras devorar las siete novelas en la biblioteca.
Hasta hacía pocas semanas, cuando miraba esos mismos objetos, se preguntaba si su vida era realmente tan aburrida como parecía. Ahora era capaz de establecer un vínculo de pertenencia con los elementos de su habitación sin sentirse patético.
Se observó en el espejo de una de las puertas del armario, y sonrió al recordar cómo se había desencadenado todo a raíz de la muerte inesperada del primo de su madre, Manuel, que tras un infarto quedó difunto para siempre. Sus padres decidieron que su presencia en el funeral, a 200 km, era del todo prescindible, y la casa fue suya durante 36 horas.
Era viernes. No hubo ninguna consideración previa. Simplemente sucedió, igual que amanece tras una larga noche de insomnio. Se dio una ducha y se sometió a la liturgia de vestirse como si fuera una ceremonia sagrada. Una minifalda de mercadillo sin estrenar escondida en algún lugar; un suéter negro ajustado sobre un busto improvisado; unas medias prestadas de su madre y… sus botas militares.
Se retiró el flequillo de la frente con gomina: adiós, dijo el pelo lacio; hola, parpadearon las pestañas sin pudor. Su palidez resplandecía de autoestima y, sobre ella, unos labios perfilados con un carmín temerario cobraron una sensualidad con la que le entraron muchas ganas de jugar. Equipada de serie con un verbo tan audaz como ingenioso, pensó que estaba lista para una lenguaraz noche de emociones.
Cuando finalizó se enfrentó a su reflejo. Se sentía enormemente poderosa y auténtica. Caminó con pasos firmes y seguros por la habitación liberando el espíritu que dormía bajo llave en algún rincón lleno de polvo, y con una voz sugerente que fluía cosquilleando el aire, dijo:
—Bienvenida, Alexia.
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—¡Si no te cortas el pelo olvídate de la paga!
Álvaro desplazaba los guisantes de un lado a otro del plato creando figuritas geométricas con el tenedor, como si no estuviera conforme con esa disposición desparramada sin ton ni son.
—¿Estás escuchando lo que te digo?
—Si papá —dijo, mirando circunspecto a su padre—, o me corto el pelo, o me cortas las alas.
—«O me corto el pelo, o me cortas las alas» —se burló su padre aflautando la voz con retintín, para acto seguido cambiar el tono a otro mucho más imperativo y categórico:
—¡Pues espero que sea antes de… —un plato de sopa, servido con premeditada contundencia por su mujer, lo interrumpía con un golpe seco que venía a decir: ¡ya es suficiente! Madre e hijo intercambiaron un gesto de complicidad y Álvaro se levantó de la mesa.
Prefería el silencio de su habitación a las insustanciales conversaciones con su familia. Eso cuando tenía suerte, porque si su padre decidía condimentar las comidas con el juego perverso de meterse con él ya no había forma de escabullirse. Ser el blanco de sus insidiosos dardos resultaba desesperadamente irritante. Cuando no era el pelo, eran las pintas, y si no la actitud y si no la forma de hablar, o de reír o de respirar. Así que, para qué contestar —pensaba—. Aquí por lo menos me evito la decepción de sus ojos cada vez que me mira.
En realidad, Álvaro buscaba la soledad de su cuarto para desmenuzar con suavidad el recuerdo inmutable de Alexia. Para regresar a la noche que ella irrumpió con sus ojos oscuros comiéndose el mundo, comiéndoselo a él, de hecho, dejando en su tediosa existencia un intenso perfume omnipresente.
Se había enamorado de su naturalidad y su desparpajo, de aquella desinhibida forma de marcar territorio por el mero hecho de caminar al abordaje sobre sus botas militares. No es que fuera especialmente guapa, pero suplía con creces la discreción de su cuerpo desgarbado y flacucho con una mirada franca, sin dobleces, y con un punto de sensualidad que daban ganas de mudarse allí para siempre. El sol parecía estar enfurruñado con aquel rostro deslavado, pero daba igual, porque ella brillaba con luz propia gracias a esa boca, descarada y de carcajada fácil, que jugaba a la provocación sirviéndose de una locuacidad arrolladora.
En apenas unas horas Alexia había conseguido rescatarlo de las mil y una estupideces que le acosaban a diario. Le dejó esa sensación tan familiar de que la conocía de toda la vida, provocándole un estado de euforia adictivo por el que iba a buscarla una y otra vez. Confiaba en que el destino volviera a lanzar los dados a su favor y surgiera una nueva oportunidad, si no, tendría que pensar algo para forzar la providencia, porque lo que tenía claro era que necesitaba a Alexia en su vida.
Álvaro miraba por la ventana el atardecer que avanzaba sobre los edificios dejando un rastro metálico en las fachadas. Le dio la espalda a ese diciembre perezoso y fijó la vista en una foto suya de cuando tenía seis años. Sonreía abiertamente, como solo lo hacen los niños en esa deliciosa etapa en que los monstruos son merendados por la inocencia. Junto a ese retazo de su infancia asomaba el único trofeo que había ganado en sus 18 años, una especie de árbol del conocimiento que le dieron a los 14 como vencedor del Concurso Interescolar de Scrabble. Ya en el extremo de la estantería la saga «Harry Potter» guardaba sus secretos en un estuche que su madre tuvo el acierto de regalarle tras devorar las siete novelas en la biblioteca.
Hasta hacía pocas semanas, cuando miraba esos mismos objetos, se preguntaba si su vida era realmente tan aburrida como parecía. Ahora era capaz de establecer un vínculo de pertenencia con los elementos de su habitación sin sentirse patético.
Se observó en el espejo de una de las puertas del armario, y sonrió al recordar cómo se había desencadenado todo a raíz de la muerte inesperada del primo de su madre, Manuel, que tras un infarto quedó difunto para siempre. Sus padres decidieron que su presencia en el funeral, a 200 km, era del todo prescindible, y la casa fue suya durante 36 horas.
Era viernes. No hubo ninguna consideración previa. Simplemente sucedió, igual que amanece tras una larga noche de insomnio. Se dio una ducha y se sometió a la liturgia de vestirse como si fuera una ceremonia sagrada. Una minifalda de mercadillo sin estrenar escondida en algún lugar; un suéter negro ajustado sobre un busto improvisado; unas medias prestadas de su madre y… sus botas militares.
Se retiró el flequillo de la frente con gomina: adiós, dijo el pelo lacio; hola, parpadearon las pestañas sin pudor. Su palidez resplandecía de autoestima y, sobre ella, unos labios perfilados con un carmín temerario cobraron una sensualidad con la que le entraron muchas ganas de jugar. Equipada de serie con un verbo tan audaz como ingenioso, pensó que estaba lista para una lenguaraz noche de emociones.
Cuando finalizó se enfrentó a su reflejo. Se sentía enormemente poderosa y auténtica. Caminó con pasos firmes y seguros por la habitación liberando el espíritu que dormía bajo llave en algún rincón lleno de polvo, y con una voz sugerente que fluía cosquilleando el aire, dijo:
—Bienvenida, Alexia.
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Matilde, ¡que bien escribes! He disfrutado con las descripciones, todas en general, pero especialmente con las de Alexia, a quien la haces única y especial. No caes en los lugares comunes, con un sello personal.
Hay escritores, y hablo también de algunos consagrados, que acentúan el estilo, y la perfección formal en detrimento de la naturalidad y el discurrir de la historia. En el caso de tu relato, se une forma, naturalidad y trama, redondeando el personaje de Álvaro en todas sus aristas, incluyendo el sorprendente final.
Te doy la enhorabuena, Matilde. Ya ves que me encantó.
Hola Isabel,
Súper agradecida por tu comentario y por todo el impulso que me envías con él. Me alegra que te haya gustado, especialmente teniendo en cuenta que «Sobre María» también es un relato que personalmente me encantó. Un abrazo y muchas gracias.
ENHORABUENA, Matilde, por tu Tintero de Bronce. Un abrazo.
Muchísimas gracias Paco.
Un abrazo también para ti
Matilde: Me gusta la forma en que modulas el paso de A… a A…como una liberación natural creíble. Abrazos.
Gracias Blas, naturalizar las cosas es el mejor remedio a los prejuicios…. Un abrazo
¡Hola, Matilde!
Fantástica trama para enlazar ambas caras de la misma moneda o de este personaje ambivalente, lo dejo así, sin entrar en revelaciones para no despejar la incógnita sobre la que vertebra este gran relato, que por cierto contiene entre otros interesantes elementos narrativos, una estupenda elipsis que resume el contenido de tu historia, y es la siguiente: «Se retiró el flequillo de la frente con gomina: adiós, dijo el pelo lacio; hola, parpadearon las pestañas sin pudor».
Muchísima suerte.
Gracias Estrella
En estos relatos más o menos breves jugar con la elipsis es un auténtico placer aunque, obviamente, hay que tener cuidado con ellos. No siempre acierta una.
Me alegra que te haya gustado.
Un abrazo y mucha suerte
Hola, Matilde. Pues a mí también me ha gustado muchísimo. Más allá de lo sorprendente de la trama y de ese personaje tan bien construido, me parece un relato magníficamente escrito, sin imposturas y con mucha naturalidad, como dice Isabel. Me ha encantado. Felicidades!
Gracias Marta
Encantada de saber que te ha gustado mi relato. Trasladar naturalidad y sortear algunos «clichés» era uno de mis objetivos. Espero haberlo conseguido.
Tu «Autorretrato» también me encantó, creo que ya te lo dije.
Un abrazo,
Hola, Matilde! Me ha gustado mucho tu relato. Qué bien nos has mostrado las inquietudes y contradicciones del joven protagonista de tu historia, con ese giro final que a mí me ha pillado totalmente con el paso cambiado. A mí, al igual que Estrella, también me ha impactado la gran elipsis que has introducido en la narración, con ese «adiós y hola» tan elegante y habilidoso. Un abrazo!
Gracias Beri. Cuando una está construyendo el relato nunca sabe si ese efecto sorpresa que tiene pensado para el final va a funcionar. La verdad es que he disfrutado mucho elaborando los dos personajes.un abrazo
Fantástico relato María,… con ese personaje que encierra emociones y sentimientos contrapuestos, la cara y la cruz de la misma moneda,… un personaje que nos presentado de una forma magistral y cuyo final es rotundo.
Me ha encantado!
Efectivamente. Son personalidades antagónicas. Me alegra que te guste. Un abrazo
Hola, Matilde. Sorprendente giro final, sorprendente transformación. Me has pillado con el paso cambiado porque estaba disfrutando simplemente con la prosa y el final me ha espabilado. Un giro que me ha gustado, ha mejorado aun más un buen relato.
Un abrazo.
Gracias Isan. Feliz de saber que el relato te haya sorprendido. Conseguir el efecto final era uno de los objetivos. Muchísimas gracias y suerte
Sorprendente e inesperado final del relato , nos haces conocer de tal forma a el personaje por la descripción excepcional
que haces de el que me ha provocado sentimiento de cariño, como si conociera a Álvaro y a Alexia y eso solo lo consiguen l@s grandes como tu.Gracias por compartir tu grandeza.
Gracias Maite. Conseguir la empatía del lector por los personajes, es de las cosas más gratificantes para el autor que los ha creado. Muchas gracias ?
Hola, Matilde. Con qué sutileza y buen gusto narras la transformación del personaje. Me ha gustado mucho leerte.
Un saludo.
Muchísimas gracias Carmen y mucha suerte. Un abrazo
Me ha encantado tu relato. Es quizás, uno de los más logrados. Finura y elegancia a la vez.
Suerte. Un saludo
Gracias Nieves. Tú que me sigues habitualmente tienes elementos de juicio para hacer esa valoración, que sabes que agradezco. Lo agradecería igualmente aunque fuera negativa. Un abrazo
A destacar la forma y el contenido que por su simbiosis hacen brillar tu relato. El giro final es la guinda del pastel que has creado con tu prosa. Me ha gustado tu relato Matilde.
Suerte en el Tintero de Oro.
Gracias Carles,
Reconozco que he disfrutado mucho con la creación de este personaje con dos almas.
Un abrazo
Gracias, Matilde, por participar con este relato en la edición de El Tintero de Oro dedicada a Daphne du Maurier y su inmortal Rebeca. Un abrazo y suerte!!
Gracias a ti por la oportunidad. Un abrazo
Encuentro tu relato, más que fantástico, querida Matilde. Las descripciones son tan realistas que resulta fácil acompañar a Álvaro en todo su recorrido familiar, y deambular por los recuerdos dentro de esa soledad aceptada, y llegar al suceso que le transformó y transformó toda su vida. Alexia era su solución para mantener las alas.
Verdadero placer de lectura.
Suerte en el concurso.
Un fuerte abrazo.
Gracias Mila. Un placer siempre leer tus comentarios. No te has animado a participar? Ahora me pasaré a ver. Un abrazo
Has conseguido tenerme engañado hasta el final. pensé desde el principio que Alexia era una especie de novia o amiga que había inrrumpido en la vida del protagonista y la realidad era muy otra.
Me has sorprendido muy gratamente con este trapamtojo.
Un abrazo Matilde.
A veces lo demasiado obvio resulta aburrido, no crees?
Me alegra saber que el efecto sorpresa ha funcionado.
Un abrazo
Vaya, que el final fue del todo inespedado, y explica todo, la enemistad del padre. Muy bien narrado
Muchas gracias Hugo. La figura del padre es determinante, porque en su actitud represora está la clave de que Álvaro no se muestre como realmente desea. Me gusta que lo hayas mencionado. Un saludo
Hola Matilde, muy bueno tu relato con ese padre autoritario y esa madre cómplice que entiende a su hijo. Vas desgranando a lo largo de toda la historia las dudas que martillean en el interior de tu personaje hasta que surge el momento y las circunstancias propicias para llevar a cabo lo que estaba deseando y admitir su cambio para mostrarse como Alexia.
Un abrazo y suerte
Muchas gracias por el comentario. Un abrazo
Hola, Matilde. Me ha gustado mucho el relato y la sorpresa del final que cierra en un círculo perfecto todo el contenido de la historia.
Un abrazo
Muchas gracias Mirna. Un placer poder intercambiar opiniones con tanta gente amiga de la lectura. Un abrazo
Hola Matilde,
Nunca te había leído, y he de decirte que me ha sorprendido mucho tu forma de contar las cosas. Ya te lo han dicho pero yo lo repito: escribes muy bien. Decir que me ha encantado es poco. Desde el primer diálogo que me he sumergido por tus letras y ahí me he quedado. Te felicito.
Un saludo y suerte!
Llevo en la «blogosfera» apenas un año así que soy una recién «aterrizada» en circuitos de literatura. No sé si estás participando en el reto de El Tintero (ahora echaré un vistazo), yo es el segundo reto en el que me involucro así que estoy conociendo también a su interesante comunidad. En cualquier caso agradezco muchísimo tus palabras y que mi texto te haya gustado. Es un impulso para seguir.
Un abrazo
Hola, Matilde. Es el primer relato que te leo y me ha causado una muy grata impresión. Se nota el oficio y el talento a la hora de narrar, construyendo con frases inspiradas y evocadoras una historia de identidad personal en conflicto con un inesperado y formidable desenlace.
Mucha Suerte en El Tintero. Un abrazo.
Muchas gracias Paco
Es un placer estar en esta comunidad con tanto interés por la literatura y la ficción en general. Agradezco tus palabras, especialmente porque tu relato «Los anillos de la memoria» en mi opinión es uno de los mejores de los presentados hasta la fecha. Espero poder seguir compartiendo con todos vosotros buenos ratos de lectura y escritura.
Un abrazo
Vaya! Qué excelente relato! Me encanta como vas presentando al personaje y dándonos la idea de que Alexia es otra persona, para después sorprendernos de la forma que lo haces. De verdad me gustó mucho.
Muchas gracias Ana
Me alegra que te haya gustado. Muchísima suerte.
Un abrazo
Coincido con otros compañeros en que el relato está muy bien escrito. Pero sobre todo está muy bien estructurado, marcando los tiempos perfectamente de forma que se le da al lector la información precisa en el momento justo, hasta llegar a ese sorprendente final, en el que se nos muestra a un chico reprimido en su sexualidad que por unas horas tienen la dicha de poder ser él mismo. Relato escrito con maestría que apunta muy alto. Un abrazo, Matilde, y suerte.
Hola Jorge,
Gracias por tu generoso comentario, espero que lo hayas disfrutado.
¡Mucha suerte!
Hola, Matilde, cómo me ha sorprendido tu relato y cuánto me ha gustado. Una gozada leerlo por lo cuidado del lenguaje, la comunicación de los sentimientos entre la madre y el hijo, la falta de complicidad con el padre. Solo me faltaba encontrar el personaje oculto que pide el reto. Conforme va acercándose el final, el personaje de Álvaro va creciendo en fuerza interna y al fin, lo vemos en una relación creativa con Alexia que a mí me conmueve.
¡Felicidades y suerte en el Tintero!
Qué generosas palabras Pilar. Muchas gracias, de verdad. Efectivamente, la relación con sus padres, aunque se describe muy superficialmente, es importante para entender el perfil psicológico del joven. Te deseo mucha suerte a ti también. Un abrazo
El principio de la historia, en la mesa, me resultaba una escena familiar cambiando los nombres, claro. El desarrollo posterior con ese giro final está muy logrado dándole más fuerza a un relato que solo parecía costumbrista. Para mí Matilde, está logrado el objetivo y creo, a pesar de mi particular lógica, que coincidirá con la del resto de los lectores.
Saludos y suerte ?
Bueno, como no os conozco mucho todavía no sé a qué te refieres con «a pesar de mi particular lógica» pero espero ( a pesar de esa lógica) que hayas disfrutado el relato. Muchas gracias por el comentario y suerte para también para ti. Saludos
Sí que me ha gustado, la historia ha ido cogiendo fuerza como un avión hasta que al final ha despegado. Lo de mi particular lógica es porque no siempre parece tan lógica, al menos para los demás. ?
Un desenlace sorprendente en cuanto que pilla al lector desprevenido. Álvaro y Alexa, las dos caras de una misma moneda.
Pero lo que más me ha gustado es tu estilo narrativo, tan natural y ligero, que pone al lector ante una lectura fluída y exenta de formalismos y de adornos forzados con el único objetivo de llamar la atención.
Así pues, he disfrutado mucho de esta lectura. Enhorabuena.
Saludos.
Hola Josep María
Agradecida por las palabras que me dedicas y complacida de que te haya gustado el texto. Al final creo que todos los lectores, me incluyo, por supuesto, agradecemos la naturalidad en nuestros relatos. Sin descuidar el estilo, como autora busco primero una historia con cierto interés contada de un modo en que los lectores no deserten por aburrimiento. Esto, como seguro sabrás, no siempre se logra. Pero lo importante es seguir intentándolo. Muchas gracias y un abrazo
Estilo, técnica, inspiración, sensibilidad, giro final… Este relato lo tiene todo, amiga Matilde. Ya habrás adivinado que me ha encantado, y sólo puedo darte la más efusiva enhorabuena. Felicidades y gracias por compartir tan bello texto con nosotros.
Te deseo mucha suerte en «El Tintero», compañera, y te envío un fuerte abrazo.
Patxi, muchísimas gracias por tus palabras y por hacer un comentario tan efusivo. No sabéis el impulso que me dais para seguir trabajando en este sector, el de la literatura, a veces tan ingrato. Por supuesto también te deseo suerte con tu relato «De repente». Ya es una satisfacción poder intercambiar opiniones con todos vosotros.
Un abrazo
He podido visualizar en mi mente todo el relato, entendiendo todo claro y correctamente. Es original y entretenido, me encanta el personaje y como has hecho de un sueño, algo real para él. Suerte en el concurso y un abrazo.
Gracias. El tema de la identidad sexual es todavía tabú en muchas culturas y sociedades. Supongo que normalizar este tipo de situaciones ayuda a estos colectivos a visibilizarse de una forma más natural.
Gracias por tu comentario y suerte también para ti. Un abrazo
Mati, que más decirte que no te hayan dicho ya.
En tres palabras: » me has dejado muerta»
Cómo siempre, majestuosa
Ja ja, gracias siempre por tu fidelidad y por tu presencia. Un abrazo
Vaya Matilde. Nos has engañado con maestría. Nos presentas tu trabajo como el típico relato del adolescente enamorado y enfrentado a la figura represiva y autoritaria del padre, para después dar una inesperada vuelta de tuerca que a mí me ha encantado. La conciencia del verdadero yo en esa Alexia que calza botas militares, y ese anhelo desesperado de que vuelva a hacerse realidad. Espero que Álvaro encuentre la forma de ser feliz, aunque me da a mí que sólo será posible tras una ruptura definitiva con el cabeza de familia.
Un saludo y mucha suerte.
Hola Bruno,
Efectivamente, si la historia tuviera continuidad habría de pasar, inevitablemente, por esa ruptura con el padre. Jugar con sus 18 años me permitía dotar al personaje de una excusa para no haberse liberado todavía. Suerte que el destino se puso de su parte.
Un abrazo y muchas gracias por tu comentario
Hola, Matilde: Un excelente historia, con un final no tan imprevisible: el pelo largo ha sido el quid de la cuestión para la sociedad, durante mucho tiempo. Y aquí sirve de anuncio de la realidad de Álvaro. Muy buen tejido de pistas poéticas, para llegar a conocerla.
Hola Beba,
Muchas gracias por tu comentario y te felicito por haber intuido el desenlace.
Mucha suerte.
Un abrazo
La historia va brotando como los guisantes del primer párrafo van buscando algún orden convenientemente desordenado(imagen muy conseguida).
Me gusta el relato. Muy interesante en estos tiempo donde el feminismo radical trans-excluyente (Terf) contribuye a demonizar a las mujeres trans como «hermanas».
El relato se disfruta y está redondo.
Enhorabuena.
Un abrazo y salud
Gracias por tu comentario Javier. Espero no haber empachado con los guisantes…
Un abrazo
Un relato delicioso con un giro final que sorprende. Me gusta mucho tu estilo sin artificios innecesarios y con una historia rotunda. Mucha suerte en el Tintero. Un saludo.
Muchas gracias Beatriz
Me alegra que te guste. Suerte también para ti.
Un abrazo
En la suavidad como vas describiendo las situaciones del personaje, en la mesa, en la habitación, sus pensamientos y luego la transformación; se nota lo elevado de tu profesión, eres todo un ejemplo a seguir, al menos para mí. Me he sentido arrullada por una brisa, como una especie de balanceo mientras leía, al estar tan fluidos los elementos del relato, como si me llevara una suave onda en el mar. Increíble, pero cierto.
Mi humilde opinión, que la he dicho más de una vez, es que los mejores escritos son los que transmiten sensaciones, los que te hacen sentir porque es la manera que llegan realmente al lector. Me ha encantado.
Un gran abrazo.
Querida Carla
Me halagan tus palabras. Cuando dices «lo elevado de tu profesión» no sé si te refieres a mi formación como periodista. Debo decir que como escritora apenas lleva un año escribiendo ficción, aunque reconozco que es totalmente vocacional. Soy lo que se dice una escritora en construcción.
En cualquier caso estoy de acuerdo contigo en que transmitir es lo más difícil para cualquier autor. Llegar, emocionar, traspasar esa barrera y provocar un terremoto sensorial es sin duda lo más bonito que nos pueden decir como creadores. Así que enormemente agradecida por tu comentario y espero que nos sigamos descubriendo mutuamente.
Un abrazo
Así es, Matilde, me refiero a la periodista que hay en ti, a mi modo de ver es que se nota en la fluidez a la hora de narrar. Muchísimas gracias por la oportunidad de interactuar.
Otro abrazo.
Hola Matilde, bienvenida a este mundo bloguero, y agradecida también por pasarte y dejar tu comentario. Me ha gustado la historia. Desde el comienzo. Ese descontento presagia algo en ese personaje rebelde. Lo que menos era el estar enamorado, cuando su padre le ataca de esa forma contra toda su apariencia, su ser y existencia. Describes a Alexia y hay un salto al dormitorio. Y en ese encuentro con su pasado, consigo mismo se autoafirma. Esto no lo entendía, ¿qué pasaba con su enamorada Alexia? Esa chica comenzaba a tener un protagonismo importante en la historia,… Y claro que seguía teníendolo, estaba ahí, era él. Muy bien llevado, felicidades. Un abrazo y te deseo feliz navidad.
Muchas gracias Emerencia, por la bienvenida y las palabras. Es un placer compartir con todos vosotros relatos e impresiones.
Un abrazo
Comentario
Estaba escribiendo uno y de repente se ha desvanecido. Te decía que coincido con la Sra. Morales en su comentario sobre la obsesión técnica y recursos varios que utilizan los autores consagrados, a veces por marketing, por valía propia, por estar en el lugar y con las personas adecuadas. Sin embargo tu escritura es fresca y no por ello estudiada y reflexionada. Eres buena en las descripciones y en sorprender al lector. El final es magistral. Me he sentido triste, de pensar en el protagonista y su secreto que no debería serlo…o sí. Entrar en el alma de Alexia me cuesta. Mis vivencias son muy planas. Tu mente siempre se asoma a la ventana para observar el paisaje natural y urbano. Es evidente que disfrutas escribiendo. Eso es bueno y nos lo haces saber, sin decirlo.
Alexia vive en el alma de Álvaro y si el relato tuviera continuidad sería cuestión de tiempo que aflora al mundo su verdadera identidad.
Gracias por tus generosas palabras Eulalia
¡Felicidades, Matilde! Un premio merecido para un relato de diez. No has perdido el tiempo en poner el letrero, ja, ja, ja, lo comprendo porque yo también estoy feliz con el mío. Un abrazo.
Ja, ja, sí, ha sido enterarme y colocarlo ahí de inmediato. Es una satisfacción y un estímulo. Muchas gracias por pasar a compartirlo. Un abrazo
Felicidades, estimada Matilde, por tu merecido Tintero de bronce.
Un abrazo.
Muchas gracias Estrella por pasarte por aquí. Un placer formar parte de esta comunidad. Un abrazo
Matilde, muchas felicidades por el tintero de oro. Como ya te dije, escribes muy bien y he aquí la prueba.
Un abrazo y nos leemoz.
Gracias Pepe. Nos seguimos la pista. Un placer que me visites y que nos leamos.
Un abrazo
¡Enhorabuena Matilde!, como te dije la primera vez que te leí, escribes muy bien, un merecido Tintero, compañera. Un abrazo.
Gracias Isabel. ¡Qué puedo decir de quien ha resultado vencedora! Un placer, de verdad, poder compartir con con todos vosotros estas bonitas experiencias. Gracias por tus palabras