Otoño de mis principios
Sabe que añoro su luz ambarina y su sabor a canela. Que me hipnotiza cómo cubre de nostalgia ciudades y praderas; cómo deja el silencio suspendido en los balcones, en las hojas de los árboles, en los colores dibujados a brochazos en el horizonte cuando se acaba el día.
Sabe que su pálpito es un vendaval de serenidad necesario para sosegar nuestro espíritu. Un murmullo meloso y apaciguador que pausa el ritmo, que detiene el paso. En esa quietud es fácil descifrar el vuelo de una mariposa, ver el crecimiento de una flor en su maceta, sentir cada segundo del tiempo como la gota de lluvia que cae, de repente, y nos despierta.
Su resistencia me inquieta
De su mano suelo ir al final de mis capítulos para pasar página, al borde del precipicio a vaciar los miedos que se esconden tras la trinchera. En su templanza duerme el instinto de supervivencia, el estribillo de una nueva canción, un quizás y nuevas certezas. De su inspiración llueven ideas renovadas que recogemos con cuidado, porque enseguida se escapan; activamos el cerebro con otras cosas mundanas; sonreímos, o no, y preparamos el cuerpo para vestirlo de blanco rutina, de rojo seducción, de verde esperanza o azul imaginación, según nos dicte el ánimo.
El otoño regala esa melancolía agridulce que nos pellizca el alma. Se introduce por la cerradura de nuestro espíritu con sigilo, con astuta clarividencia, ofreciendo en esa nebulosa nostálgica su aura de misteriosa paz, su dulce asiento.
Tal vez sea eso, que ya está aquí, y yo aún no lo siento; que este año tengo la sensibilidad dormida, que mi corazón todavía brinca por la inercia del verano, y ahora el otoño se me olvida….
Pero no, la luz de este octubre acaba de hacerme un guiño. Ya me sabe a ocre el cielo, ya despide su aroma el suelo, ya oigo los truenos, ceñudos, carraspeando ante mi vacilación, pidiéndome que esté atenta, porque el otoño llega con su manto impecable anunciando días nuevos.
“Tenemos derecho a aspirar el perfume de este otoño y pedirle a la noche un sueño”
MAHMUD DARWISH
Sabe que añoro su luz ambarina y su sabor a canela. Que me hipnotiza cómo cubre de nostalgia ciudades y praderas; cómo deja el silencio suspendido en los balcones, en las hojas de los árboles, en los colores dibujados a brochazos en el horizonte cuando se acaba el día.
Sabe que su pálpito es un vendaval de serenidad necesario para sosegar nuestro espíritu. Un murmullo meloso y apaciguador que pausa el ritmo, que detiene el paso. En esa quietud es fácil descifrar el vuelo de una mariposa, ver el crecimiento de una flor en su maceta, sentir cada segundo del tiempo como la gota de lluvia que cae, de repente, y nos despierta.
Su resistencia me inquieta
De su mano suelo ir al final de mis capítulos para pasar página, al borde del precipicio a vaciar los miedos que se esconden tras la trinchera. En su templanza duerme el instinto de supervivencia, el estribillo de una nueva canción, un quizás y nuevas certezas. De su inspiración llueven ideas renovadas que recogemos con cuidado, porque enseguida se escapan; activamos el cerebro con otras cosas mundanas; sonreímos, o no, y preparamos el cuerpo para vestirlo de blanco rutina, de rojo seducción, de verde esperanza o azul imaginación, según nos dicte el ánimo.
El otoño regala esa melancolía agridulce que nos pellizca el alma. Se introduce por la cerradura de nuestro espíritu con sigilo, con astuta clarividencia, ofreciendo en esa nebulosa nostálgica su aura de misteriosa paz, su dulce asiento.
Tal vez sea eso, que ya está aquí, y yo aún no lo siento; que este año tengo la sensibilidad dormida, que mi corazón todavía brinca por la inercia del verano, y ahora el otoño se me olvida….
Pero no, la luz de este octubre acaba de hacerme un guiño. Ya me sabe a ocre el cielo, ya despide su aroma el suelo, ya oigo los truenos, ceñudos, carraspeando ante mi vacilación, pidiéndome que esté atenta, porque el otoño llega con su manto impecable anunciando días nuevos.
“Tenemos derecho a aspirar el perfume de este otoño y pedirle a la noche un sueño”
MAHMUD DARWISH
No puedo estar más orgullosa de cómo escribes , me encantas , me hipnotizas y me introduces en cada relato al lugar que describes y que en ocasiones estamos juntas. Felicidades
Gracias a ti por estar ahí.
Gracias y mil gracias por dejar q seamos partícipes de tus reflexiones. Y por darnos esa paz con tu voz.
Gracias por la confianza y el cariño que me estáis devolviendo a mares. Gracias por hacer una pausa para escucharme.
Hoy , al escucharte, he sentido por primera vez q el Otoño ya está aquí
Gracias
Los sentidos a veces duermen y hay que empujar para que despierten. Gracias por escuchar.
Una belleza de adicción. El otoño no es mi mejor estación. Pero estos versos mejoran mi visión. Saludos
Si te quedas con su luz y te empapas de sus colores, el otoño es realmente adictivo. Muchas gracias.
Que es maravilloso. Que por qué no hay una jodida tecla pa darle un like? que es más corto y tengo cosas que hacer y que besos y tal.
Aquí prefiero tener un pequeño feedback con vosotros y que me digáis qué os inspiran mis textos. Para el botón de Likes ya está el Facebook. Gracias por lo de maravilloso….
Que pienso igual que Yo en el comentario anterior… me gustaría una tecla para marcar un ♥️.
Abrazo, Matilde, desde Argentina..
Los abrazos me llegan, junto con todo vuestro calor y estímulo que es como energía para seguir escribiendo.
Un abrazo