Escepticismo
Permíteme que hoy arríe la bandera del entusiasmo y abra la puerta al escepticismo que ondea impetuoso en mi estómago. No sé si es la muda hacia el otoño y esa manía suya de llegar llorando, pero me chirrían los oídos y la vena de la histeria baila nerviosa en el cuello, como un gato a punto del zarpazo.
Me asquean todas esas verdades verdaderas que no admiten recambio,
y tanto mesías pregonando recetas infalibles recién salidas del armario.
Me sublevan esos sabios que regalan chutes de fantasía hacia mundos imaginarios, y que desde sus cimas visionarias lancen confeti contra la realidad que se nos atraganta, hagan de su capa un sayo.
Ese mar huraño y escéptico es el umbral donde duerme la credibilidad del ser humano. Sin referencias, sin referentes, nos llegan cartas de invitación para viajar al Sol en clase preferente, ahora que el verano ha acabado. Y es tan deprimente y sombrío el camino por el que transitamos que los cantos de sirenas nos embaucan con su narcótico abrazo. Hartos de un paisaje tan baldío, cruzamos ciegos “al otro lado”.
No importa si la Tierra es redonda, de piedra o si se balancea sobre una cuerda entre la Luna y Urano; ni si marcianos de Venus sufrieron de flatulencias hace miles de años. ¡Lo que me pone de verdad es que mi palabra, cocinada en salsa de humo, es cátedra en este aforo de despistados! ¡No va a ser un virus el que me tape la boca ahora, estoy en plena evangelización de mi universo soñado.
Proclamas engalanadas con adornos de diccionario son arrojadas contra nuestras defensas cuando ven que dudamos. Ideólogos que han visto la luz -si no la vemos los demás es que somos simples, bobos y cándidos- visten con argucias cuentos chinos que la ciencia infusa les ha revelado.
Hierven teorías conspiranoicas, negacionistas, satánicas, fatalistas al calor de un escepticismo que deambula cabizbajo. La ciencia nos lleva a dudar para alcanzar conocimiento, una duda creativa, así está demostrado. Las hipótesis peregrinas y los dogmas de santuario son distracciones que postulan a títulos nobiliarios sin haber pasado prueba empírica alguna que ratifique su ideario.
Mejor ondear la bandera escéptica sin levantar vientos tentadores hacia paraísos galácticos, mi vanidad no soportaría prescindir de la capa de superhéroe tras degustar las mieles que procura salir del anonimato.
«El problema con el mundo es que la gente inteligente está llena de dudas, mientras que la gente estúpida está llena de certezas»
Charles Bukowski
Permíteme que hoy arríe la bandera del entusiasmo y abra la puerta al escepticismo que ondea impetuoso en mi estómago. No sé si es la muda hacia el otoño y esa manía suya de llegar llorando, pero me chirrían los oídos y la vena de la histeria baila nerviosa en el cuello, como un gato a punto del zarpazo.
Me asquean todas esas verdades verdaderas que no admiten recambio,
y tanto mesías pregonando recetas infalibles recién salidas del armario.
Me sublevan esos sabios que regalan chutes de fantasía hacia mundos imaginarios, y que desde sus cimas visionarias lancen confeti contra la realidad que se nos atraganta, hagan de su capa un sayo.
Ese mar huraño y escéptico es el umbral donde duerme la credibilidad del ser humano. Sin referencias, sin referentes, nos llegan cartas de invitación para viajar al Sol en clase preferente, ahora que el verano ha acabado. Y es tan deprimente y sombrío el camino por el que transitamos que los cantos de sirenas nos embaucan con su narcótico abrazo. Hartos de un paisaje tan baldío, cruzamos ciegos “al otro lado”.
No importa si la Tierra es redonda, de piedra o si se balancea sobre una cuerda entre la Luna y Urano; ni si marcianos de Venus sufrieron de flatulencias hace miles de años. ¡Lo que me pone de verdad es que mi palabra, cocinada en salsa de humo, es cátedra en este aforo de despistados! ¡No va a ser un virus el que me tape la boca ahora, estoy en plena evangelización de mi universo soñado.
Proclamas engalanadas con adornos de diccionario son arrojadas contra nuestras defensas cuando ven que dudamos. Ideólogos que han visto la luz -si no la vemos los demás es que somos simples, bobos y cándidos- visten con argucias cuentos chinos que la ciencia infusa les ha revelado.
Hierven teorías conspiranoicas, negacionistas, satánicas, fatalistas al calor de un escepticismo que deambula cabizbajo. La ciencia nos lleva a dudar para alcanzar conocimiento, una duda creativa, así está demostrado. Las hipótesis peregrinas y los dogmas de santuario son distracciones que postulan a títulos nobiliarios sin haber pasado prueba empírica alguna que ratifique su ideario.
Mejor ondear la bandera escéptica sin levantar vientos tentadores hacia paraísos galácticos, mi vanidad no soportaría prescindir de la capa de superhéroe tras degustar las mieles que procura salir del anonimato.
«El problema con el mundo es que la gente inteligente está llena de dudas, mientras que la gente estúpida está llena de certezas»
Charles Bukowski
Con bella claridad, cada vez mas bella,
Gracias por darnos una dosis de realidad.
Me gusta cada vez mas leerte
A mi me encanta que estéis al otro lado siendo cómplices de mis «desvaríos». Un beso.
Primera vez que te leo, y me ha gustado mucho tu estilo.
Buen trabajo.
Encantada de saludar a gente nueva que pasea cerca de mi orilla, y ojalá te apetezca seguir caminando por aquí.
Muchas gracias por tus palabras
Plana o Redonda…
Realidad o Ficción….
Verdad o Mentira…
Certeza o dudas…
Yo sólo se q no se nada…
Eso decía Sócrates. Partir de esa verdad siempre nos ayuda a crecer.
El inicio para todo conocimiento es la duda y el camino hacia las conclusiones está lleno de trampas….
No me lo acepta
Es el mismo correo dé siempre
Parece que esta vez si lo ha aceptado.
El otoño que suele venir con cara gris, luego nos llena de preciosas hojas
de bellos colores.
Ojalá nos ayude a discernir la verdad, de los malos humos
Un abrazo
Hola Nieves, bienvenida de nuevo
Yo también tengo ganas de otoño…
Un abrazo