Escepticismo

por | Sep 24, 2020 | Blog | 9 Comentarios

Escepticismo

Permíteme  que hoy arríe la bandera del entusiasmo y abra la puerta al escepticismo que ondea impetuoso en mi estómago. No sé si es la muda hacia el otoño y esa manía suya de llegar llorando, pero me chirrían los oídos y la vena de la histeria baila nerviosa en el cuello, como un gato a punto del zarpazo.

Me asquean todas esas verdades verdaderas que no admiten recambio,
y tanto mesías pregonando recetas infalibles recién salidas del armario.
Me sublevan esos sabios que regalan chutes de fantasía hacia mundos imaginarios, y que desde sus cimas visionarias lancen confeti contra la realidad que se nos atraganta, hagan de su capa un sayo.

Ese mar huraño y escéptico es el umbral donde duerme la credibilidad del ser humano. Sin referencias, sin referentes, nos llegan cartas de invitación para viajar al Sol en clase preferente, ahora que el verano ha acabado. Y es tan deprimente y sombrío el camino por el que transitamos que los cantos de sirenas nos embaucan con su narcótico abrazo. Hartos de un paisaje tan baldío, cruzamos ciegos “al otro lado”.

No importa si la Tierra es redonda, de piedra o si se balancea sobre una cuerda entre la Luna y Urano; ni si marcianos de Venus sufrieron de flatulencias hace miles de años. ¡Lo que me pone de verdad es que mi palabra, cocinada en salsa de humo, es cátedra en este aforo de despistados! ¡No va a ser un virus el que me tape la boca ahora, estoy en plena evangelización de mi universo soñado.

Proclamas engalanadas con adornos de diccionario son arrojadas contra nuestras defensas cuando ven que dudamos. Ideólogos que han visto la luz -si no la vemos los demás es que somos simples, bobos y cándidos-  visten con argucias cuentos chinos que la ciencia infusa les ha revelado.

Hierven teorías conspiranoicas, negacionistas, satánicas, fatalistas al calor de un escepticismo que deambula cabizbajo. La ciencia nos lleva a dudar para alcanzar conocimiento, una duda creativa, así está demostrado. Las hipótesis peregrinas y los dogmas de santuario son distracciones que postulan a títulos nobiliarios sin haber pasado prueba empírica alguna que ratifique su ideario.
Mejor ondear la bandera escéptica sin levantar vientos tentadores hacia paraísos galácticos, mi vanidad no soportaría prescindir de la capa de superhéroe tras degustar las mieles que procura salir del anonimato.

 

 «El problema con el mundo es que la gente inteligente está llena de dudas, mientras que la gente estúpida está llena de certezas» 

Charles Bukowski

 

 

Escepticismo

Permíteme  que hoy arríe la bandera del entusiasmo y abra la puerta al escepticismo que ondea impetuoso en mi estómago. No sé si es la muda hacia el otoño y esa manía suya de llegar llorando, pero me chirrían los oídos y la vena de la histeria baila nerviosa en el cuello, como un gato a punto del zarpazo.

Me asquean todas esas verdades verdaderas que no admiten recambio,
y tanto mesías pregonando recetas infalibles recién salidas del armario.
Me sublevan esos sabios que regalan chutes de fantasía hacia mundos imaginarios, y que desde sus cimas visionarias lancen confeti contra la realidad que se nos atraganta, hagan de su capa un sayo.

Ese mar huraño y escéptico es el umbral donde duerme la credibilidad del ser humano. Sin referencias, sin referentes, nos llegan cartas de invitación para viajar al Sol en clase preferente, ahora que el verano ha acabado. Y es tan deprimente y sombrío el camino por el que transitamos que los cantos de sirenas nos embaucan con su narcótico abrazo. Hartos de un paisaje tan baldío, cruzamos ciegos “al otro lado”.

No importa si la Tierra es redonda, de piedra o si se balancea sobre una cuerda entre la Luna y Urano; ni si marcianos de Venus sufrieron de flatulencias hace miles de años. ¡Lo que me pone de verdad es que mi palabra, cocinada en salsa de humo, es cátedra en este aforo de despistados! ¡No va a ser un virus el que me tape la boca ahora, estoy en plena evangelización de mi universo soñado.

Proclamas engalanadas con adornos de diccionario son arrojadas contra nuestras defensas cuando ven que dudamos. Ideólogos que han visto la luz -si no la vemos los demás es que somos simples, bobos y cándidos-  visten con argucias cuentos chinos que la ciencia infusa les ha revelado.

Hierven teorías conspiranoicas, negacionistas, satánicas, fatalistas al calor de un escepticismo que deambula cabizbajo. La ciencia nos lleva a dudar para alcanzar conocimiento, una duda creativa, así está demostrado. Las hipótesis peregrinas y los dogmas de santuario son distracciones que postulan a títulos nobiliarios sin haber pasado prueba empírica alguna que ratifique su ideario.
Mejor ondear la bandera escéptica sin levantar vientos tentadores hacia paraísos galácticos, mi vanidad no soportaría prescindir de la capa de superhéroe tras degustar las mieles que procura salir del anonimato.

 

 «El problema con el mundo es que la gente inteligente está llena de dudas, mientras que la gente estúpida está llena de certezas» 

Charles Bukowski

 

 

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Matilde Bello

Matilde Bello

Periodista y escritora

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