Guardianes de sueños

por | Oct 18, 2021 | Ficción | 36 Comentarios

guardianes de sueños

Imagen de GeorgeB2 en Pixabay

–Nada.

–¿Nada?

–Nada. ¿Cuestionas mi capacidad, Yu?

–Por supuesto que no, Zo. Inténtalo de nuevo, retira bien esa masa de materia muerta, a lo mejor interfiere en el contacto.

Zo apartó los largos mechones de cabello que caracoleaban por el rostro de la muchacha. Luego acercó los tres dedos palmípedos a las sienes, cuidándose bien de no tocar la piel.

–¿Para qué necesita semejante mata de pelo inútil? –receló.

–Pues para alojar a ese ejército de parásitos y larvas que tienen por todo el cuerpo. Forman parte de sus defensas –instruyó Yu.

En ese momento Selena realizó una leve contracción con la boca.

–¿Ves algo? –quiso saber Yu, alentado por el gesto.

–Nada. Es como si se hubiera borrado todo su futuro. Todo perdido.

–¡Hummmmmm…! –se desperezó Selena. Tenía los párpados encolados por las legañas, así que permaneció unos segundos bajo esa niebla soporífera que queda tras una larga noche de sueño. –¡Uahhhhhhhhh…! –aulló, cuando sus ojos enfocaron un rostro en forma de triángulo invertido con orejas élficas y enormes ojos blancos que se movían frenéticamente de arriba abajo, de derecha a izquierda, y viceversa, en una especie de esquizofrenia motora imposible de seguir.

Yu le tapó la boca para frenar el alarido y Selena se quedó pasmada mirando aquellos seres con plumas en las extremidades

–O dejas de gritar o te anulamos la voz ¿qué prefieres? –amenazó Yu, que parecía el extraterrestre al mando. Selena asintió con la cabeza. Estaba claro que tenía la pesadilla del siglo. Tal vez del milenio.

–¿Quiénes sois, parientes de Gollum? ¿Habéis venido a una sesión de estética? Ya lo siento, mi Epilady se atasca con las plumas.

–¿De qué habla, Yu? Mis archivos no localizan estas formas verbales.

–Selena hemos…

–¿Cómo sabes mi nombre? A ver –alzó la voz nuevamente la joven mirando al techo–, dónde está la cámara oculta. Alucino que lo flipas, en serio. El rollo “Encuentros en la 3ª fase” me encanta, pero os podíais haber currado un poco más a los marcianitos.

Selena observó detenidamente a aquellos seres y pensó que causaban más pena que miedo. Apenas levantaban un metro del suelo, eran barrigudos como los pitufos, pero desde luego ni tan simpáticos, ni pizca de azules. De hecho, tenían un color a muerto que daba lástima.

–Vale, acabemos con esto ¿quiénes sois y qué queréis?

–Somos tu… ­–arrancó Zo.

–Somos los guardianes del sueño –le interrumpió Yu.

Zo y Yu se miraron una décima de segundo, y luego siguió la explicación Yu.

–Estamos aquí porque queremos que vuelvas a soñar –dijo de forma solemne.

–¿Qué? ¿Pero de qué vais? ¿A soñar con qué, con quién, con E.T. el extraterrestre?

–¿Quién es ese, algún cuñado tuyo? –apuntó Zo, que parecía el poli bobo de los dos.

–Sí –se airó ella–. Vive con mi mascota Chewbacca y con mi primo segundo Mr. Spock. Cuando mi tío abuelo Asimov y mi tatarabuelo Julio Verne van a verlos a la Galaxia hacen unos fiestorros de la hostia… –ironizó Selena con soberbia.

–¡Callad de una vez los dos! –intercedió Yu tajante–. Selena, solo queremos que no tomes decisiones precipitadas, que no te rindas, que confíes en tus posibilidades…

–¿Pero qué clase de extraterrestres sois vosotros? ¿Venís a sermonearme? Si sois una nueva ocurrencia de Dios se lo debe estar pasando en grande con este experimento de aficionados –se mofó.

–¿Dios? ¿Quién es Dios?

–¡Hay qué joderse! –bramó Selena que, a sus diecisiete años, estaba en esa fase adolescente en que le sacaba de quicio que el mundo no se enterase una mierda de nada.

–Jovencita –censuró Yu muy serio–, puede que seas muy «bienleída» pero sin duda alguna eres muy «malhablada».

–Pareces una vieja gruñona con acné –apuntó Zo, exhibiendo sus dotes para el sarcasmo.

–¡Se acabó! –chilló ella fuera de sí–. Iros al puto infierno del que hayáis venido, con un poco de suerte allí el diablo os hablará de Dios. ¡Por favor, quiero despertar yaaaaa! –y comenzó a darse cabezazos contra la pared.

–¿Seguro que no nos hemos equivocado de humano? ­–preguntó Zo atónito.

–No seas estúpido ­–refutó Yu–. Es una impúber con las hormonas desbocadas. Está sufriendo el síndrome del solipsismo. Vamos a darle tiempo.

Entonces la habitación entró en una especie de bruma húmeda que dejó atontada a Selena hasta que, nuevamente, despertó.

–¡Vaya colocón de pesadilla! –susurró colocando la mano en la frente por el intenso dolor de cabeza.

Se levantó de la cama, se miró en el espejo y, mientras tocaba el extraño chichón que asomaba bajo el nacimiento del pelo, le dijo a su reflejo: «volveré a presentarme a la Selectividad».

Había decidido abandonar. Por tres décimas aquellos cabrones le habían impedido acceder a la carrera de ingeniería robótica. Creyó que todo estaba perdido, pero de pronto pensó que había tiempo para una nueva oportunidad.

 ***********

–¿A qué ha venido eso de guardianes del sueño? –le preguntaba Zo a Yu desde una dimensión paralela.

–Pareces tonto, Zo. Si le decimos que somos la versión 1 y 2 de su diseño Phantator y que ella será una de las líderes de la resistencia humana contra unos especímenes alienígenas del futuro, nos envía con los restos de Terminator  17 a la fiesta privada de sus parientes. Así hemos cumplido la misión.

–¿Y cuándo le diremos la verdad? –planteó Zo

–Tal vez en la próxima visita, Zo, cuando practique más sexo y menos violencia verbal, ya veremos…

guardianes de sueños

Imagen de GeorgeB2 en Pixabay

–Nada.

–¿Nada?

–Nada. ¿Cuestionas mi capacidad, Yu?

–Por supuesto que no, Zo. Inténtalo de nuevo, retira bien esa masa de materia muerta, a lo mejor interfiere en el contacto.

Zo apartó los largos mechones de cabello que caracoleaban por el rostro de la muchacha. Luego acercó los tres dedos palmípedos a las sienes, cuidándose bien de no tocar la piel.

–¿Para qué necesita semejante mata de pelo inútil? –receló.

–Pues para alojar a ese ejército de parásitos y larvas que tienen por todo el cuerpo. Forman parte de sus defensas –instruyó Yu.

En ese momento Selena realizó una leve contracción con la boca.

–¿Ves algo? –quiso saber Yu, alentado por el gesto.

–Nada. Es como si se hubiera borrado todo su futuro. Todo perdido.

–¡Hummmmmm…! –se desperezó Selena. Tenía los párpados encolados por las legañas, así que permaneció unos segundos bajo esa niebla soporífera que queda tras una larga noche de sueño. –¡Uahhhhhhhhh…! –aulló, cuando sus ojos enfocaron un rostro en forma de triángulo invertido con orejas élficas y enormes ojos blancos que se movían frenéticamente de arriba abajo, de derecha a izquierda, y viceversa, en una especie de esquizofrenia motora imposible de seguir.

Yu le tapó la boca para frenar el alarido y Selena se quedó pasmada mirando aquellos seres con plumas en las extremidades

–O dejas de gritar o te anulamos la voz ¿qué prefieres? –amenazó Yu, que parecía el extraterrestre al mando. Selena asintió con la cabeza. Estaba claro que tenía la pesadilla del siglo. Tal vez del milenio.

–¿Quiénes sois, parientes de Gollum? ¿Habéis venido a una sesión de estética? Ya lo siento, mi Epilady se atasca con las plumas.

–¿De qué habla, Yu? Mis archivos no localizan estas formas verbales.

–Selena hemos…

–¿Cómo sabes mi nombre? A ver –alzó la voz nuevamente la joven mirando al techo–, dónde está la cámara oculta. Alucino que lo flipas, en serio. El rollo “Encuentros en la 3ª fase” me encanta, pero os podíais haber currado un poco más a los marcianitos.

Selena observó detenidamente a aquellos seres y pensó que causaban más pena que miedo. Apenas levantaban un metro del suelo, eran barrigudos como los pitufos, pero desde luego ni tan simpáticos, ni pizca de azules. De hecho, tenían un color a muerto que daba lástima.

–Vale, acabemos con esto ¿quiénes sois y qué queréis?

–Somos tu… ­–arrancó Zo.

–Somos los guardianes del sueño –le interrumpió Yu.

Zo y Yu se miraron una décima de segundo, y luego siguió la explicación Yu.

–Estamos aquí porque queremos que vuelvas a soñar –dijo de forma solemne.

–¿Qué? ¿Pero de qué vais? ¿A soñar con qué, con quién, con E.T. el extraterrestre?

–¿Quién es ese, algún cuñado tuyo? –apuntó Zo, que parecía el poli bobo de los dos.

–Sí –se airó ella–. Vive con mi mascota Chewbacca y con mi primo segundo Mr. Spock. Cuando mi tío abuelo Asimov y mi tatarabuelo Julio Verne van a verlos a la Galaxia hacen unos fiestorros de la hostia… –ironizó Selena con soberbia.

–¡Callad de una vez los dos! –intercedió Yu tajante–. Selena, solo queremos que no tomes decisiones precipitadas, que no te rindas, que confíes en tus posibilidades…

–¿Pero qué clase de extraterrestres sois vosotros? ¿Venís a sermonearme? Si sois una nueva ocurrencia de Dios se lo debe estar pasando en grande con este experimento de aficionados –se mofó.

–¿Dios? ¿Quién es Dios?

–¡Hay qué joderse! –bramó Selena que, a sus diecisiete años, estaba en esa fase adolescente en que le sacaba de quicio que el mundo no se enterase una mierda de nada.

–Jovencita –censuró Yu muy serio–, puede que seas muy «bienleída» pero sin duda alguna eres muy «malhablada».

–Pareces una vieja gruñona con acné –apuntó Zo, exhibiendo sus dotes para el sarcasmo.

–¡Se acabó! –chilló ella fuera de sí–. Iros al puto infierno del que hayáis venido, con un poco de suerte allí el diablo os hablará de Dios. ¡Por favor, quiero despertar yaaaaa! –y comenzó a darse cabezazos contra la pared.

–¿Seguro que no nos hemos equivocado de humano? ­–preguntó Zo atónito.

–No seas estúpido ­–refutó Yu–. Es una impúber con las hormonas desbocadas. Está sufriendo el síndrome del solipsismo. Vamos a darle tiempo.

Entonces la habitación entró en una especie de bruma húmeda que dejó atontada a Selena hasta que, nuevamente, despertó.

–¡Vaya colocón de pesadilla! –susurró colocando la mano en la frente por el intenso dolor de cabeza.

Se levantó de la cama, se miró en el espejo y, mientras tocaba el extraño chichón que asomaba bajo el nacimiento del pelo, le dijo a su reflejo: «volveré a presentarme a la Selectividad».

Había decidido abandonar. Por tres décimas aquellos cabrones le habían impedido acceder a la carrera de ingeniería robótica. Creyó que todo estaba perdido, pero de pronto pensó que había tiempo para una nueva oportunidad.

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–¿A qué ha venido eso de guardianes del sueño? –le preguntaba Zo a Yu desde una dimensión paralela.

–Pareces tonto, Zo. Si le decimos que somos la versión 1 y 2 de su diseño Phantator y que ella será una de las líderes de la resistencia humana contra unos especímenes alienígenas del futuro, nos envía con los restos de Terminator  17 a la fiesta privada de sus parientes. Así hemos cumplido la misión.

–¿Y cuándo le diremos la verdad? –planteó Zo

–Tal vez en la próxima visita, Zo, cuando practique más sexo y menos violencia verbal, ya veremos…

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Matilde Bello

Matilde Bello

Periodista y escritora

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