La vida a tandas
Dime dónde abrevan los pensamientos que cada día dejan un rastro de ceniza en las manos y mueren reclamando su existencia al viento. Dónde se nutren de objetivos y se beben mil tentativas adornando sus pespuntes de empaque, como una piel que busca resplandecer con sus ungüentos.
Si se desvistieran de tanto manual de moda, y de tanto pronóstico perecedero, las ideas serían como raíces autóctonas reforestando de razonamiento el cerebro; pero nos gusta replicar eslóganes embadurnados de tendencia, porque van a juego con el bolso donde guardo, según la agenda, un abanico de convenientes argumentos.
No puedo fiarme de esas convicciones burlonas que saltan a la comba haciéndome quiebros. Hoy me llenan de íntegras actitudes, de verdades inamovibles que mañana se resetean, y de sus bondades ni me acuerdo. Mi cabeza me despista con sus certezas casquivanas, me desorienta con sus disipados credos.
Aparco los pensamientos a la sombra de un olivo, y se descorchan de su fugaz esencia dejando apenas una huella de lo que fueron. Mientras, abre las pupilas una sensibilidad expeditiva que toma el testigo en esta interesante carrera de relevos.
El corazón capitanea ahora un batallón de emociones entrenado para rastrear el pálpito de los sentimientos, y ordena la sublevación porque sabe que en el rincón de pensar se resquebrajan los cimientos. Empachado de pretensión, ningunea al insolente intelectual que grita desde dentro, silencia sus peroratas con la soberbia irracional de quien derriba a un enemigo pensando que va a conquistar un trocito de cielo.
Por ahí va la piel exudando su perfume natural, sensitivo y tierno, sin especular con presunciones que no importan a nadie, que arrasan por donde pasan con su perpetuo sabor a invierno. Por ahí va en busca de esa luz irracional que conmociona hasta el estremecimiento. Tan absorta está en el sentir que no escucha la voz del mar, enredada entre las olas, latiendo anegada de pasión pero sin perder el compás de su trayecto.
Me pregunto qué pasaría si me llevara el corazón a la cabeza y el cerebro al pecho. Tal vez exhibiera una cordura amorosa sobrevolando trincheras, un amor concienzudo amortiguando el dolor del silencio. Este sortear la vida a tandas, como si uno pudiera vivir del otro exento, procura galopadas sin fin, que siempre terminan en tablas, me temo, por agotamiento.
Relato «La vida a tandas» del libro Desde el salón de mi alma (Diversidad Literaria, 2022)
BookTrailer «Desde el salón de mi alma». Video
«La pluma está en mi mano vacilante y medrosa, pero en mi corazón no florecen los versos»
Abraham Valdelomar
Dime dónde abrevan los pensamientos que cada día dejan un rastro de ceniza en las manos y mueren reclamando su existencia al viento. Dónde se nutren de objetivos y se beben mil tentativas adornando sus pespuntes de empaque, como una piel que busca resplandecer con sus ungüentos.
Si se desvistieran de tanto manual de moda, y de tanto pronóstico perecedero, las ideas serían como raíces autóctonas reforestando de razonamiento el cerebro; pero nos gusta replicar eslóganes embadurnados de tendencia, porque van a juego con el bolso donde guardo, según la agenda, un abanico de convenientes argumentos.
No puedo fiarme de esas convicciones burlonas que saltan a la comba haciéndome quiebros. Hoy me llenan de íntegras actitudes, de verdades inamovibles que mañana se resetean, y de sus bondades ni me acuerdo. Mi cabeza me despista con sus certezas casquivanas, me desorienta con sus disipados credos.
Aparco los pensamientos a la sombra de un olivo, y se descorchan de su fugaz esencia dejando apenas una huella de lo que fueron. Mientras, abre las pupilas una sensibilidad expeditiva que toma el testigo en esta interesante carrera de relevos.
El corazón capitanea ahora un batallón de emociones entrenado para rastrear el pálpito de los sentimientos, y ordena la sublevación porque sabe que en el rincón de pensar se resquebrajan los cimientos. Empachado de pretensión, ningunea al insolente intelectual que grita desde dentro, silencia sus peroratas con la soberbia irracional de quien derriba a un enemigo pensando que va a conquistar un trocito de cielo.
Por ahí va la piel exudando su perfume natural, sensitivo y tierno, sin especular con presunciones que no importan a nadie, que arrasan por donde pasan con su perpetuo sabor a invierno. Por ahí va en busca de esa luz irracional que conmociona hasta el estremecimiento. Tan absorta está en el sentir que no escucha la voz del mar, enredada entre las olas, latiendo anegada de pasión pero sin perder el compás de su trayecto.
Me pregunto qué pasaría si me llevara el corazón a la cabeza y el cerebro al pecho. Tal vez exhibiera una cordura amorosa sobrevolando trincheras, un amor concienzudo amortiguando el dolor del silencio. Este sortear la vida a tandas, como si uno pudiera vivir del otro exento, procura galopadas sin fin, que siempre terminan en tablas, me temo, por agotamiento.
Relato «La vida a tandas» del libro Desde el salón de mi alma (Diversidad Literaria, 2022)
«La pluma está en mi mano vacilante y medrosa, pero en mi corazón no florecen los versos»
Abraham Valdelomar
Buenísimo. Y déjate de hostias.
Gracias… y sin hostias
Abrazo
Tengo el libro, pero me ha encantado volverlo a leer aquí, aislado del resto, degustando versos, emocionándome.con las palabras. Pera leer y releer porque siempre descubres algo nuevo y te deja deslumbrada como la primera vez que lo leíste.
Un abrazo, Matilde.
María Pilar
Como autora es una satisfacción que alguien te diga que puede sobrevolar tus textos y sacar algo diferente cada vez. Siempre digo que esos relatos fueron escritos para que cada uno volcara su propia mirada porque mis vivencias, siendo mías, no tienen nada de excepcional salvo que las he vivido yo y, en ese sentido, creo que cualquiera puede volcar su propia experiencia en ellos.
Gracias por tu sensibilidad y, por supuesto, gracias por haber comprado el libro.
Un abrazo enorme
¡Hola, Matilde! Fantástico texto que me recuerda cuando regresaba en tren a casa el día de tu presentación, disfrutando de tus palabras escritas a la luz del vagón. Un abrazo!
Gracias, David
Tu inesperada visita a mi presentación corroboró la impresión que ya tenía acerca de la generosidad que despliegas con esa familia que has formado a través de tu plataforma. Una agradable sorpresa que siempre agradeceré.
Un abrazo
Vuelvo a leer tu relato y como siempre me haces reflexionar.
En mi caso, el corazón siempre gana, aunque la cabeza, un pasito más atrás, intenta buscar lo más justo.
Si el relato, de la forma que sea, adquiere una trascendencia para el lector ¿qué más puedo pedir?
Un orgullo saber que mis textos aprueban el examen de varias lecturas ofreciendo algo diferente cada vez.
Un abrazo, Rosa… y gracias