Mi hermanito

por | Nov 15, 2021 | Ficción | 59 Comentarios

Mi hermanito

Imagen Pixabay

Si le tapo la nariz, ahora que duerme, ya no despertará más. Fin de: Marcos, vigila a tu hermano; Marcos, no pellizques a tu hermano; tienes que cuidar de tu hermano, Marcos…

Antes mamá me quería mucho. Me daba tantos besos que no era capaz de contarlos. Por la mañana me revolvía el pelo antes de peinarme. Tienes los mismos remolinos que yo, repetía, eres una fotocopia mía. Y me hacía cosquillas hasta que me dolía la barriga, ella se reía a carcajadas y nos moríamos de la risa los dos.
Ahora dice que ya soy mayor.
Solo tiene tiempo para él.

Es un egoísta, siempre comiendo de su teta, chupando y chupando. A veces le hace daño. Lo he visto. Y llora todo el rato con esa voz de pito para que no me haga caso a mí, para que le cambie su apestoso pañal, y lo coja en brazos y así quedarse con todos sus besos…

Mamá está muy cansada.

¿Y si lo ahogo en la bañera? No. No puedo hacer eso. Mamá me odiaría. Y yo quiero que mamá me quiera para siempre. Tiene que parecer una cosa del destino.

Ya sé. Papá guarda veneno en la despensa de cuando hubo ratones en el vecindario. Untaré los pezones de mamá sin que ella se dé cuenta y adiós al mocoso. Decidido.

Cuando horas después me despierta mamá gritando supe que se había cumplido la desgracia:

–¡Marcos! ¡Marcos, ayúdame, hijo, tu padre no respira…!

Mi hermanito

Imagen Pixabay

Si le tapo la nariz, ahora que duerme, ya no despertará más. Fin de: Marcos, vigila a tu hermano; Marcos, no pellizques a tu hermano; tienes que cuidar de tu hermano, Marcos…

Antes mamá me quería mucho. Me daba tantos besos que no era capaz de contarlos. Por la mañana me revolvía el pelo antes de peinarme. Tienes los mismos remolinos que yo, repetía, eres una fotocopia mía. Y me hacía cosquillas hasta que me dolía la barriga, ella se reía a carcajadas y nos moríamos de la risa los dos.
Ahora dice que ya soy mayor.
Solo tiene tiempo para él.

Es un egoísta, siempre comiendo de su teta, chupando y chupando. A veces le hace daño. Lo he visto. Y llora todo el rato con esa voz de pito para que no me haga caso a mí, para que le cambie su apestoso pañal, y lo coja en brazos y así quedarse con todos sus besos…

Mamá está muy cansada.

¿Y si lo ahogo en la bañera? No. No puedo hacer eso. Mamá me odiaría. Y yo quiero que mamá me quiera para siempre. Tiene que parecer una cosa del destino.

Ya sé. Papá guarda veneno en la despensa de cuando hubo ratones en el vecindario. Untaré los pezones de mamá sin que ella se dé cuenta y adiós al mocoso. Decidido.

Cuando horas después me despierta mamá gritando supe que se había cumplido la desgracia:

–¡Marcos! ¡Marcos, ayúdame, hijo, tu padre no respira…!

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Matilde Bello

Matilde Bello

Periodista y escritora

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