¿Oyes la música?
Imagen de PublicDomainPictures en Pixabay
¿Oyes la música?
Suena a balada gatuna al despertar. Bostezan las sábanas con su fru fru meloso, emborrachándose de piel caliente, arrebujadas en el ombligo, mientras el alba dibuja acertijos en el cristal. Caminan a tientas, se enredan en las muñecas, exploran los tobillos, y mimosas se desperezan trémulas como olas de mar.
Un taconeo de porcelana resuena en la cocina. Oigo el cloc cloc de la taza acercándose a la cafetera moviendo su asa coqueta, ofreciendo su boca sensual. No seas zalamera, le dice el platillo encelado, sabes que conmigo resplandece tu belleza, que con más deleite los dedos te merodean y flirtean, por mucho que me quieras ignorar. ¡Mira que eres aguafiestas, claudica ella, preparando sus posaderas para subir al pedestal!
Envidiosa, la exprimidora agita las aspas, chas chas, perfuma el aire de naranja, la pulpa tararea en la lengua una banda sonora ácida y original. Otras frutas se insinúan, voluptuosas, murmuran sus atributos empalagosas, la papaya le canta a la fresa, se contonea la sandía ante las cerezas, bailan la danza del vientre en el cielo del paladar.
Viene la ducha con su litúrgica ofrenda, dispara adrenalina a mi cabeza, hace shop shop, me empapa y desmelena, suena a música celestial. El agua se pone estupenda, borbotea en el hueco de la garganta, traza las líneas de las caderas, a ritmo de blues cruza la frontera, husmea entre los dedos y comienza de nuevo el ritual.
Del armario saltan flores, me pintan las piernas y el escote de colores, descargan en la piel un estampado de distracciones bajo las que revolotean mariposas de coral. El roce del tejido dice ras ras, suena a jazz, a sinfonía ligera y vaporosa, a caricia que llega pero no toca, a lágrima que se pierde en la boca, a góspel profundo y espiritual.
Hoy toda la música es canción de verano con estribillo de primaveras que envía en las nubes viajeras un mensaje encriptado para quienes quieran escuchar. La melodía es un tango atrapado en el alma, la letra poesía escrita por musas etéreas que vienen y van, y el ritmo una fiesta de amaneceres que al compás de fuegos eternos contagian, incandescentes, toda su energía vital.
¿Y tú, también oyes la música?
«La música es la voluptuosidad de la imaginación»
Eugène Delacroix (1978-1863) Pintor francés
Imagen de PublicDomainPictures en Pixabay
¿Oyes la música?
Suena a balada gatuna al despertar. Bostezan las sábanas con su fru fru meloso, emborrachándose de piel caliente, arrebujadas en el ombligo, mientras el alba dibuja acertijos en el cristal. Caminan a tientas, se enredan en las muñecas, exploran los tobillos, y mimosas se desperezan trémulas como olas de mar.
Un taconeo de porcelana resuena en la cocina. Oigo el cloc cloc de la taza acercándose a la cafetera moviendo su asa coqueta, ofreciendo su boca sensual. No seas zalamera, le dice el platillo encelado, sabes que conmigo resplandece tu belleza, que con más deleite los dedos te merodean y flirtean, por mucho que me quieras ignorar. ¡Mira que eres aguafiestas, claudica ella, preparando sus posaderas para subir al pedestal!
Envidiosa, la exprimidora agita las aspas, chas chas, perfuma el aire de naranja, la pulpa tararea en la lengua una banda sonora ácida y original. Otras frutas se insinúan, voluptuosas, murmuran sus atributos empalagosas, la papaya le canta a la fresa, se contonea la sandía ante las cerezas, bailan la danza del vientre en el cielo del paladar.
Viene la ducha con su litúrgica ofrenda, dispara adrenalina a mi cabeza, hace shop shop, me empapa y desmelena, suena a música celestial. El agua se pone estupenda, borbotea en el hueco de la garganta, traza las líneas de las caderas, a ritmo de blues cruza la frontera, husmea entre los dedos y comienza de nuevo el ritual.
Del armario saltan flores, me pintan las piernas y el escote de colores, descargan en la piel un estampado de distracciones bajo las que revolotean mariposas de coral. El roce del tejido dice ras ras, suena a jazz, a sinfonía ligera y vaporosa, a caricia que llega pero no toca, a lágrima que se pierde en la boca, a góspel profundo y espiritual.
Hoy toda la música es canción de verano con estribillo de primaveras que envía en las nubes viajeras un mensaje encriptado para quienes quieran escuchar. La melodía es un tango atrapado en el alma, la letra poesía escrita por musas etéreas que vienen y van, y el ritmo una fiesta de amaneceres que al compás de fuegos eternos contagian, incandescentes, toda su energía vital.
¿Y tú, también oyes la música?
«La música es la voluptuosidad de la imaginación»
Eugène Delacroix (1978-1863) Pintor francés
Es sublime,leerte y que cada una de tus palabras suenen a música.
Yo también oigo la música.
Hacer de lo cotidiano algo extraordinario supongo que depende de nosotros. Gracias por ser tan receptiva. Un abrazo
La música es el son de la vida y nos acompaña siempre en cada latido, en cada taconeo, en cada letra y en cada silencio. Cada instante nos habla de algo.
Gracias por hacernos sentir
Un abrazo
Exacto. Hasta en el silencio hay música… y bellísima por cierto. Un abrazo
Matilde te superas cada día, me ha encantado este relato . Gracias por deleitarnos con la música de tus palabras.
Muchas gracias. La música está en nuestro interior. Solo hay que prestar atención para escucharla…. un abrazo