Vida
Relato Breve
Finalista categoría castellano
X Concurso de Relatos Breves
Diari de Terrassa

El cielo era una amenaza plomiza que no hacía sino alimentar su sensación de desamparo en ese incipiente amanecer. Huía de otra noche sórdida, del sueño que no conciliaba, de la tortura de una ausencia no aceptada.
En esa deserción de sí misma se preguntó a qué aferrarse, cómo regresar a una vida que se le atragantaba, que le quedaba grande.
Laura se detuvo. Llenó sus ojos con los extensos campos de trigo y cebada, sorprendida por la quietud de sus espigas en flor; se empapó de un silencio atronador y se dejó llevar…. El llanto violento, perturbador y desgarrado que nacía en el estómago y se expandía como un torrente por todo el flujo sanguíneo, era el hilván al que se anclaba su corazón, la constatación de un dolor desatado que le recordaba que seguía viva, en un mundo apagado.
Sintió un leve escalofrío. Un relámpago encendió el cielo y dibujó fogonazos etéreos.
Laura observó el desafío sombrío de las nubes mientras un viento helado, que apaciguó su alma herida, seducía a la hojarasca en un juego hipnótico.
Quedó embriagada con el sigiloso baile de las copas de los árboles, que oscilaban ceremoniosos en ofrenda a un sol indolente y perezoso. Se meció a su ritmo, abrazándose con fuerza, y con las primeras gotas del verano haciendo piruetas en su rostro, dejó de escuchar su duelo.
El dolor permanecía acomodado en sus entrañas, tan implacable que la devoraba en silencio, pero por primera vez en muchos meses dejó de prestarle atención, ignoró su ensañamiento.
Abrió la plenitud de sus sentidos a una súbita paz que tal vez fuera accidental, tal vez no regresara, pero que le concedió un momento de reconciliación, y de calma.
Se estremeció. Su piel se erizó respondiendo a un impulso, no de frío, sino de sobrecogedora certeza.
Fue como una canción acunando su espíritu, una caricia a ese corazón hastiado, el convencimiento de una serenidad física, de un recuerdo perfumado; la reconfortante emoción de una madre que recibe a su hija en su regazo.

El cielo era una amenaza plomiza que no hacía sino alimentar su sensación de desamparo en ese incipiente amanecer. Huía de otra noche sórdida, del sueño que no conciliaba, de la tortura de una ausencia no aceptada.
En esa deserción de sí misma se preguntó a qué aferrarse, cómo regresar a una vida que se le atragantaba, que le quedaba grande.
Laura se detuvo. Llenó sus ojos con los extensos campos de trigo y cebada, sorprendida por la quietud de sus espigas en flor; se empapó de un silencio atronador y se dejó llevar…. El llanto violento, perturbador y desgarrado que nacía en el estómago y se expandía como un torrente por todo el flujo sanguíneo, era el hilván al que se anclaba su corazón, la constatación de un dolor desatado que le recordaba que seguía viva, en un mundo apagado.
Sintió un leve escalofrío. Un relámpago encendió el cielo y dibujó fogonazos etéreos.
Laura observó el desafío sombrío de las nubes mientras un viento helado, que apaciguó su alma herida, seducía a la hojarasca en un juego hipnótico.
Quedó embriagada con el sigiloso baile de las copas de los árboles, que oscilaban ceremoniosos en ofrenda a un sol indolente y perezoso. Se meció a su ritmo, abrazándose con fuerza, y con las primeras gotas del verano haciendo piruetas en su rostro, dejó de escuchar su duelo.
El dolor permanecía acomodado en sus entrañas, tan implacable que la devoraba en silencio, pero por primera vez en muchos meses dejó de prestarle atención, ignoró su ensañamiento.
Abrió la plenitud de sus sentidos a una súbita paz que tal vez fuera accidental, tal vez no regresara, pero que le concedió un momento de reconciliación, y de calma.
Se estremeció. Su piel se erizó respondiendo a un impulso, no de frío, sino de sobrecogedora certeza.
Fue como una canción acunando su espíritu, una caricia a ese corazón hastiado, el convencimiento de una serenidad física, de un recuerdo perfumado; la reconfortante emoción de una madre que recibe a su hija en su regazo.

Me ha encantado tu relato y me ha tocado el corazón, estoy deseando que sigas compartiendo con nosotros tus relatos.
Gracias Maite, confío en que la inspiración no me abandone ahora que he empezado. Un beso
Preciso,
Solo tu sabes cuales son tus sentimientos, y los expresas como pocas veces he visto y sentido
Enhorabuena,sigue deleitándonos con tus palabras plasmadas en relatos preciosos q nos regalas cada vez q escribes
Es realmente gratificante saber que mis textos conectan con vuestras emociones y que de algún modo os llevan a explorar vuestros propios sentimientos. Un abrazo
Conmovedor, sensible, deseando seguir leyendote.
Matilde me encantas
Este texto tiene un significado muy especial para mí. Lo escribí cuando el dolor por la pérdida de mi madre era aún muy reciente.
Muchas gracias por tus bonitas palabras y por dejar el comentario.
Un abrazo ☺️
Sin palabras, eres única….
Juantxo, imagino que has hecho tuyas mis palabras y te ha llevado a recordar… Un abrazo enorme.
Muy bueno!
Siempre me asombra cuando alguien logra expresar de manera Nueva cuestiones de la vida… viejas como la Vida misma.
¡Felicitaciones!
Norma… desde Argentina
Querida Norma,
Este texto fue una especia de purga para mi alma dolorida y mi espíritu cansado. Está dedicado a mi madre, fallecida en 2017 por cáncer de mama.
Un abrazo