Vida

por | Oct 10, 2019 | Ficción | 11 Comentarios

Relato Breve

Finalista categoría castellano

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Diari de Terrassa

El cielo era una amenaza plomiza que no hacía sino alimentar su sensación de desamparo en ese incipiente amanecer. Huía de otra noche sórdida, del sueño que no conciliaba, de la tortura de una ausencia no aceptada.

En esa deserción de sí misma se preguntó a qué aferrarse, cómo regresar a una vida que se le atragantaba, que le quedaba grande.

Laura se detuvo.  Llenó sus ojos con los extensos campos de trigo y cebada, sorprendida por la quietud de sus espigas en flor; se empapó de un silencio atronador y se dejó llevar…. El llanto violento, perturbador y desgarrado que nacía en el estómago y se expandía como un torrente por todo el flujo sanguíneo, era el hilván al que se anclaba su corazón, la constatación de un dolor desatado que le recordaba que seguía viva, en un mundo apagado.

Sintió un leve escalofrío. Un relámpago encendió el cielo y dibujó fogonazos etéreos.

Laura observó el desafío sombrío de las nubes mientras un viento helado, que apaciguó su alma herida, seducía a la hojarasca en un juego hipnótico.

Quedó embriagada con el sigiloso baile de las copas de los árboles, que oscilaban ceremoniosos en ofrenda a un sol indolente y perezoso. Se meció a su ritmo, abrazándose con fuerza, y con las primeras gotas del verano haciendo piruetas en su rostro, dejó de escuchar su duelo.

El dolor permanecía acomodado en sus entrañas, tan implacable que la devoraba en silencio, pero por primera vez en muchos meses dejó de prestarle atención, ignoró su ensañamiento.

Abrió la plenitud de sus sentidos a una súbita paz que tal vez fuera accidental, tal vez no regresara, pero que le concedió un momento de reconciliación, y de calma.

Se estremeció. Su piel se erizó respondiendo a un impulso, no de frío, sino de sobrecogedora certeza.

Fue como una canción acunando su espíritu, una caricia a ese corazón hastiado, el convencimiento de una serenidad física, de un recuerdo perfumado; la reconfortante emoción de una madre que recibe a su hija en su regazo.

El cielo era una amenaza plomiza que no hacía sino alimentar su sensación de desamparo en ese incipiente amanecer. Huía de otra noche sórdida, del sueño que no conciliaba, de la tortura de una ausencia no aceptada.

En esa deserción de sí misma se preguntó a qué aferrarse, cómo regresar a una vida que se le atragantaba, que le quedaba grande.

Laura se detuvo.  Llenó sus ojos con los extensos campos de trigo y cebada, sorprendida por la quietud de sus espigas en flor; se empapó de un silencio atronador y se dejó llevar…. El llanto violento, perturbador y desgarrado que nacía en el estómago y se expandía como un torrente por todo el flujo sanguíneo, era el hilván al que se anclaba su corazón, la constatación de un dolor desatado que le recordaba que seguía viva, en un mundo apagado.

Sintió un leve escalofrío. Un relámpago encendió el cielo y dibujó fogonazos etéreos.

Laura observó el desafío sombrío de las nubes mientras un viento helado, que apaciguó su alma herida, seducía a la hojarasca en un juego hipnótico.

Quedó embriagada con el sigiloso baile de las copas de los árboles, que oscilaban ceremoniosos en ofrenda a un sol indolente y perezoso. Se meció a su ritmo, abrazándose con fuerza, y con las primeras gotas del verano haciendo piruetas en su rostro, dejó de escuchar su duelo.

El dolor permanecía acomodado en sus entrañas, tan implacable que la devoraba en silencio, pero por primera vez en muchos meses dejó de prestarle atención, ignoró su ensañamiento.

Abrió la plenitud de sus sentidos a una súbita paz que tal vez fuera accidental, tal vez no regresara, pero que le concedió un momento de reconciliación, y de calma.

Se estremeció. Su piel se erizó respondiendo a un impulso, no de frío, sino de sobrecogedora certeza.

Fue como una canción acunando su espíritu, una caricia a ese corazón hastiado, el convencimiento de una serenidad física, de un recuerdo perfumado; la reconfortante emoción de una madre que recibe a su hija en su regazo.

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Matilde Bello

Matilde Bello

Periodista y escritora

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